Patriarca(l)do

Las mujeres critican el patriarcado hace años. ¿Y los hombres? Una pequeña encuesta con cinco hombres de cinco naciones.

 

31 de julio 2019.- El patriarcado y sus consecuencias: Hace décadas las mujeres en distintas partes de la tierra vienen reclamando sus derechos. Una y otra vez. Gracias a los movimientos sociales de los últimos años -#Ni una menos en el sur del continente y #MeToo en el norte del planeta-, las injusticias se están visibilizando más que en otros momentos de la historia. También, gracias a la labor de los nuevos medios de comunicación, se escribe, se discute y se disputa. Con hombres, mujeres y otros sexos. En periódicos, foros y eventos públicos. También mutantia.ch publicó sobre el tema.

Ahora hacemos un seguimiento y le damos la palabra a hombres de diferentes ámbitos sociales con distintos trasfondos laborales: ¿Cómo afecta el patriarcado a su vida cotidiana? ¿Sufren de él? ¿Qué cambios deberían producirse para lograr más justicia entre los sexos? Preguntas a cinco hombres de Suiza, Alemania, España, Argentina y de la nación indígena Shuar (Ecuador).

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“Este proceso puede ser doloroso para muchos hombres”

 

La semana pasada estuve en la clase de baile y me di cuenta de que es muy natural para el profesor de baile que la mujer estuviera guiada por el hombre. Claro, eso no funcionaría entre pareja homosexuales pues tenemos preconcepciones respecto de las relaciones de género. O cuando los hombres de la ciudad se quitan las camisetas para tomar sol: eso se tolera. Si una mujer hiciera eso, se produciría un escándalo inmediato.

Como hombre blanco, heterosexual y con un ingreso seguro, sufro muy poco de las estructuras patriarcales. Han confiado en mí desde siempre, tanto en mi casa como en mi escuela. Rara vez han tenido dudas sobre lo que hago y cómo lo hago. A lo sumo me ha molestado que otros hombres a veces intenten empujarme a un papel que no me gusta. Soy más bien un hombre sensible, con perfil bajo y muy alejado del típico comportamiento macho alfa.

Yo extendería la cuestión de la justicia en relación con la discriminación de género a la raza y a la clase. Después de todo, estamos tratando cuestiones fundamentales de nuestra coexistencia. Creo que debemos unirnos a las iniciativas del movimiento feminista. La idea anticuada del hombre racional y libre de emociones es inhumana y sólo nos perjudica a nosotros. Mientras no hablemos de nuestros sentimientos, no aprenderemos a manejarlos.

 

Me parece importante que pasemos juntos por esta transformación,
sin ignorar la percepción del otro

 

Es probable que este proceso sea difícil y doloroso para muchos hombres. Después de todo, una sociedad patriarcal nos proporcionó estructuras sólidas durante siglos y nos mostró el camino a seguir. Por lo tanto, me parece importante que pasemos juntos por esta transformación,
sin ignorar la percepción del otro. Esto también fortalece nuestra empatía, uno de los puntos claves que tendría que trabajar el hombre.

En última instancia, viviremos en una sociedad más justa en la que el hombre mismo tendrá más libertad. Porque si ayudamos a personas de todos los sexos a romper las cadenas del patriarcado, también será más fácil para nosotros, los hombres, vivir más libremente y no tratar de emular ningún ideal machista estereotipado.

Max Feichtner (28) está escribiendo su tesis doctoral. El científico social está en una relación y vive en Múnich, Alemania.

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“Las mujeres deben decir lo que piensan y sienten”

 

La familia poligámica fue parte de la realidad del pueblo shuar. Mi padre, por ejemplo, estaba casado con dos hermanas que eran sus esposas. De acuerdo a la cultura tradicional shuar, nunca cocinó, lavó y ayudó en los quehaceres de la casa. Los roles entre hombres y mujeres shuar estaban claramente distribuidos y él, como hombre, cazaba, pescaba, construía casas y desbrozaba un área en la selva para que las esposas sembraran. En la época actual, por supuesto, los roles se han modificado o son diferentes. Por ejemplo, yo soy viudo y vivo con mis dos hijos en la ciudad, por eso compartimos las responsabilidades en la casa comococinar, lavar, planchar, limpiar o hacer las compras.

Una parte de estas actividades la aprendí en el internado, la otra en contacto con otras culturas y costumbres. A pesar de ello, puedo ver que irónicamente la iglesia católica es una de las instituciones donde prima la estructura patriarcal: a través del Papa, los cardenales, obispos y los sacerdotes. El rol de las mujeres está relegado a un segundo plano. Afortunadamente, estos patrones anticuados se están visibilizando y denunciado en varios países. Sin embargo, debo expresar que es un proceso largo y constante para equilibrar los derechos de las mujeres y los hombres shuar.  Nuestra organización, la Federación Interprovincial de Centros Shuar, existe desde hace más de cincuenta años, pero ni una sola vez ha logrado ser electa una mujer shuar como presidenta. Por esta razón, los hombres tenemos que apoyar más a las mujeres para que estén mejor informadas y que ejerzan y defiendan sus derechos en la parte política, económica y social.

 

Creo que tanto las estructuras familiares como las de la comunidad y las organizaciones son esenciales para apoyar a las mujeres en su educación

 

Para mí, el tema comienza en la familia. Mi hermana, por ejemplo, tuvo la oportunidad de estudiar finanzas en Cuba. Cuando una mujer tiene su profesión, si alguna vez se separara de su esposo, podría mantenerse por su cuenta. Creo que tanto las estructuras familiares como las de la comunidad y las organizaciones son esenciales para apoyar a las mujeres en su educación.

Pero también se necesita la iniciativa y el interés de las propias mujeres. Ellas participan en las reuniones de la comunidad, pero la participación en su mayoría son pasivas. Debemos ayudarlas a superar el miedo a expresarse, no sólo cuando están entre mujeres, sino también en presencia de hombres. Deben decir lo que piensan, sienten y quieren. Entonces podremos responder y apoyar planteamientos y propuestas.

Claro, tenemos mujeres en la Asamblea Nacional del Ecuador; sin embargo, muchas de ellas no defienden los derechos de las mujeres. En muchas ocasiones las mujeres no cuentan con el apoyo de las demás mujeres por consideraciones de clase, ideología, etcétera. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que no todos los hombres se oponen a las preocupaciones, planteamientos y derechos de las mujeres. Si logramos que más mujeres ocupen puestos de liderazgo al igual que los hombres, esto beneficiará a la familia, a la comunidad y a toda la población del país.

Ampam Karakras Ipiak (69), contador público y escritor. Vive con sus dos hijos adultos en Quito y contribuye con su comunidad el Centro Shuar Aratsim en su calidad de Vice Síndico, en la cuenca amazónica ecuatoriana.

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“A mí como hombre nadie me acosará o violará”

 

El machismo está presente en todos los ámbitos. Lo veo en mi lugar de trabajo, en casa o en mis propias reacciones. Las estructuras patriarcales han echado raíces y yo soy parte de ellas. Como hombre, por ejemplo, no tengo que preocuparme por salir solo a la calle. Nadie me acosará o violará.

Ya de joven me beneficié por el simple hecho de haber nacido como varón. Por ejemplo, fueron las mujeres las que limpiaron la mesa después de las comidas. En parte es así hasta hoy en día. En estos momentos estoy sentado en mi silla, veo lo que pasa, pero raramente reacciono. De vez en cuando trato de ayudar en la cocina, por ejemplo cuando visito a mis padres. Luego me paro en la parrilla o frente al horno. Pero como mi madre sabe lo torpe que soy, prefiere prescindir de mi ayuda.

Creo que la sociedad comprende lentamente lo que es el feminismo y lo que quiere. De cualquier manera, creo que deberíamos organizarnos, no sólo como género sino como seres humanos. A veces me gustaría poder argumentar mejor en los debates sobre el tema, por momentos me faltan las palabras. Igual, al final el cambio no se producirá a gran escala. Sucede dentro de cada individuo.

Diego Verdi (47), encargado de mantenimiento y padre de dos hijos. Es soltero y vive en Mar del Plata, Argentina.

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“Eso haría el mundo laboral más humano”

 

Trabajo con ejecutivos en el mundo de los negocios y allí el espíritu machista se siente muchas veces. Algunos hombres, por ejemplo, tienen dificultades para enfrentar a otros hombres que se ponen al mismo nivel. Prefieren destacarse y marcar quién es el jefe. Aunque saben que un liderazgo basado en el diálogo y orientado al trabajo en equipo sería mejor, no tienen las herramientas para ponerlo en práctica. Es por ello que estos hombres -la gran parte pertenecen a la generación mayor- a menudo caen en viejos estereotipos: comportamiento competitivo y orientado al rendimiento, sin mostrar sentimientos o incluso debilidades. Lo más importante es que los demás piensen que tienes todo bajo control.

En general, creo que los hombres no saben exactamente cómo desempeñar su nuevo papel en una sociedad que cambia rápidamente. Aunque se dan cuenta de que el comportamiento machista ya no es apropiado, son bastante inseguros, por ejemplo en sus relaciones con otros hombres. ¿Puedo abrazar a un hombre o incluso llorar en su presencia? Cuando salen del marco de la relación del compañero, no saben cómo comportarse.

 

Necesitamos modelos masculinos. Los niños no deben orientarse en Ronaldo,
sino en sus padres, abuelos o maestros

 

Veo tres puntos importantes para cambiar la situación actual. En primer lugar, los hombres deben asumir más responsabilidad en el trabajo no remunerado, o sea, tener presencia paterna, cuidar a los parientes y encargarse del hogar. En segundo lugar, hay que sacar los tabúes sobre nuestra sexualidad. Sigue siendo una cuestión dolorosa para muchas personas, tanto hombres como mujeres. Debemos tener cuidado con este tema e invertir en educación sexual. No puede ser que un pene erecto ya sea visto como algo patriarcal. Y en tercer lugar, necesitamos modelos masculinos. Los niños no deben orientarse en Ronaldo, sino en sus padres, abuelos o maestros.

Si tenemos más paz entre los sexos, también podemos vivir más libremente y desarrollar mejor nuestras partes masculinas y femeninas, seamos hombres o mujeres. Estoy convencido de que esto no sólo haría que el mundo del trabajo fuera más democrático, sino también más humano.

Markus Gygli (51), desarrollador de organizaciones y presidente de la asociación maenner.ch (Maenner = hombres), vive con su pareja y su hija en Berna, Suiza.

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“…sino somos como niños frente a un ilusionista”

 

Muchos círculos de personas con los que he hablado sobre el tema, siempre tienen una inclinación a la desidentificación del propio género para evitar conflictos con las personas a la hora de buscar un consenso. Tenemos que estar atentos de buscar a un culpable -el hombre y lo que ha construido- y atacarlo con la espada de la verdad.

Porque si damos unos cuantos pasos hacia atrás y tomamos perspectiva respecto al patriarcado, nos damos cuenta que es una cuestión de violencia del ser humano, más que una cuestión de género, y que hay un gran interés en que la tónica actual se centre en un enfrentamiento entre humanos con un “divide y vencerás” que afecta un momento tan crucial para la humanidad como el que estamos viviendo.

Desde un pensamiento sistémico podemos entender cuál es la ingeniería social a la que someten a la mayoría de la población, ingeniería social que nosotros muy gustosamente aceptamos desde niños. Porque vivir con éxito en un mundo de sistemas creados por otros requiere todo lo que tenemos de nuestra humanidad: nuestra racionalidad, nuestra capacidad de distinguir la verdad de la falsedad, nuestra intuición, nuestra compasión, nuestra imaginación y nuestra moralidad.

Como en cada cuestión que afecta a la humanidad, la pregunta que deberíamos hacernos antes de atribuirle la responsabilidad del mal que nos afecta al patriarcado, al feminismo libertario, a la monarquía, a los sindicatos, a los bancos, a la iglesia y a ese largo etcétera, es: ¿A quién le sirve que yo termine pensando de una u otra forma y enfocando a un culpable?

Si no hacemos este ejercicio, seguiremos siendo niños delante de un ilusionista que nos deleita con sus trucos y nos mantendremos felices de vivir en esa magia. La humanidad está enferma de egotitis crónica. Si no lo miramos como una enfermedad que nos afecta a todos, terminaremos buscando culpables y enfrentándonos hermanos con hermanos.

Rubén (36), diseñador gráfico y permacultor, vive con su pareja cerca de Alicante, España.

 

Autor: Romano Paganini

Ilustracíón: El Polako