“Siempre tuvimos claro que la lucha no era sólo para nosotros”

Las mujeres fueron fundamentales en el paro de octubre. Narcisa de Jesús Lozano, lideresa indígena que estaba en la Ágora de la Casa de la Cultura Ecuatoriana en Quito, nos cuenta cómo se organizaron para atender a miles de personas, cuál fue el rol de la sociedad mestiza y su  vida junto a su compañero de vida, Leonidas Iza, dirigente de uno de los movimientos indígenas más grandes del país.

 

27 de enero de 2020- Quito, Ecuador. Narcisa de Jesús Lozano, originaria de Saraguro, provincia de Loja, vive desde hace 20 años en Quito, donde participó junto a miles de hombres y mujeres indígenas en el paro nacional de octubre del 2019, del que recuerda la “represión salvaje” del gobierno de Lenín Moreno, el alentador recibimiento de la población mestiza al movimiento indígena en su llegada a la capital y la importante y decidida participación de las mujeres.

Compañera de vida y de lucha de Leonidas Iza, kichua que preside el Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi (MICC), comenzó a participar en la lucha indígena a los 23 años, siendo la experiencia de hace tres meses, sin duda, la más importante de su vida.

 

¿Cómo viviste la llegada del movimiento indígena a Quito durante las protestas por el Decreto 883 que quitaba el subsidio a los combustibles?

Nadie se esperaba el recibimiento que hubo por parte de la población mestiza. Dentro de la capital nos recibió muchísima gente que esperaba mucho del movimiento indígena y había que resolver lo que se pedía. Nos alentó el recibimiento, la solidaridad de la gente. Siempre tuvimos claro que la lucha no era sólo para nosotros, pues el Decreto nos afectaba a todos.

 

¿Cómo fue la participación mujeres indígenas?

Estuve mucho tiempo dentro del Ágora de la Casa de la Cultura, en el parque El Arbolito, y hubo mucha organización de las mujeres en todo momento. Pensamos juntas en lo que nos hacía falta y en cómo podíamos apoyar más para que todo funcionara. Repartíamos los alimentos que venían a dejar, veíamos que todos los compañeros tuvieran un lugar para reposar y la logística de cada organización para salir a las calles. Al principio fue caótico porque no esperábamos la participación de tanta gente y tuvimos que organizar a miles y miles personas, pero lo resolvimos.

 

“Nadie se esperaba el recibimiento que hubo por parte de la población mestiza. Dentro de la capital nos recibió muchísima gente”, dice la lideresa indígena Narcisa de Jesús Lozano que vive en Quito desde hace 20 años.

FOTO: Alejandro Ramírez Anderson (mutantia.ch)

A los 18 años comenzó a trabajar en una empresa privada, donde se preguntó “si de verdad ése era el camino y si así quería vivir mi vida”. Se respondió que necesitaba buscar una actividad con la que se identificara y en la que no hubiera racismo ni discriminación por ser indígena. Así llegó a una productora audiovisual de los pueblos y nacionalidades indígenas. Y se abrió su mundo. “Vi cuántas más provincias, pueblos y comunidades hay en Ecuador, conocí a las organizaciones, a toda la gente que trabaja lucha y resiste”.

Después Nachita se casó con Leonidas Iza, dirigente de Cotopaxi con el que tiene un hijo al que decidieron educar de otra manera, pero, como no existía el tipo de formación que buscaban, decidieron crear una escuela. “Se trata de una escuelita en la capital basada en la educación libre y alternativa. Nos llamamos Comunidad Educativa y yo soy acompañante, colaboro en la parte administrativa y comparto actividades como sembrar la tierra, tejer, manualidades y danza con los niños”.

Dedicada a la construcción de otra educación, la encontró la movilización de octubre. “Recordar ese tiempo me enchina la piel, me pone fría, con miedo. En la escuelita no creíamos que llegaría a ser tan fuerte, pero tuvimos que suspender clases más de 15 días. Yo estaba en Quito por Leonidas y al día siguiente viajamos a Cotopaxi. La gente estaba muy enojada, ya había represión por parte de los policías y de los militares con toda su fuerza, con todo lo que tenían”.

 

“Con toda la fuerza nos quisieron regresar, pero resistimos para llegar al centro, que fue nuestra trinchera para sostener la lucha y tener un resultado”.

 

El pueblo de Cotopaxi “salió con mucha fuerza, sin mucha convocatoria previa. Estuvimos al frente, organizando, conversando y viendo qué estrategias tomar para que nos pudieran escuchar. Se tomó la decisión de organizar a todos para venirnos a la capital. Ya estaba la gente en las provincias muy indignada, muy enojada por la represión”.

En la entrada a Quito, cuenta la activista, “con toda la fuerza nos quisieron regresar, pero resistimos para llegar al centro, que fue nuestra trinchera para sostener la lucha y tener un resultado. Si no teníamos ningún resultado, no podríamos salir de la capital. Y eso fue lo que hicimos. Fueron días de miedo, de presión”.

 

¿Qué papel tienen las mujeres indígenas dentro de las comunidades y en la defensa del territorio?

Las mujeres indígenas luchamos para que sean escuchados los pedidos de nuestras comunidades. Por ejemplo, en una provincia en la que se quería vulnerar el derecho de una comunidad, las compañeras mantuvieron la lucha para que no se les desalojara. Fueron ellas las que resistieron. Las mujeres tienen también un trabajo importante por la soberanía alimentaria, hacen conversatorios, talleres, intervienen en todos los aspectos de las comunidades. La mayor parte del trabajo de las mujeres está en el campo, pero no se reconocen sus productos, no se les da un precio justo. En la crianza de los hijos también hay violencia, pues deben mandar a sus niños a escuelas muy lejanas que ha puesto el Estado, con el argumento de que ésa es la única educación que sirve y que la comunitaria no.

Hasta donde la gasolina permitió llegar, manifestantes de Latacunga se bajaron de un camión para continuar  a pie con dirección a Quito. 7 de octubre de 2019. FOTO: Romano Paganini

¿El Estado reconoce la salud comunitaria?

El Estado ecuatoriano no reconoce la medicina tradicional más que en sus discursos. Tampoco reconoce la justicia ni la educación comunitaria. El Estado sigue siendo racista. No aprende. La plurinacionalidad se vive de forma equivocada, por encima y sin saber el fondo. Sólo queda como un decreto, pero no se respeta.

 

Con el levantamiento ¿algo se movió en la sociedad mestiza?

Hay un reconocimiento del movimiento en la sociedad mestiza. Antes los pueblos y nacionalidades pasábamos por ahí y la gente nos ignoraba. Ahora me doy cuenta que la gente dice, “wow, ellos son los que salieron, son los que estuvieron en las calles defendiendo”. Pero también sigue existiendo la otra parte. A mi hijo le dijeron otros niños que nosotros somos los agresivos y que destruimos la ciudad. Él respondió que no fuimos nosotros, que fueron los policías, que ellos fueron los agresivos y que nosotros nos defendimos. El movimiento indígena ha crecido mucho, pero hemos estado siempre participando sin ser visibilizados. Siempre hemos estado ahí, pero ahora somos reconocidos.

 

¿Qué sigue?

Mantenernos de pie, al pendiente de lo que va a pasar, organizándonos con más fuerza, convocando a la gente a asambleas y reuniones, criticando lo que suceda. Tenemos que llamar a la gente a organizarse. Ese es el camino y será el camino de toda la vida.

Foto de portada: La organización y el abastecimiento de comida fue clave para poder sostener las protestas durante los doce días que duró el paro. Habitante de Panzaleo, provincia Cotopaxi, reparten refrigerio después de que la población expulsó a los militares, 6 de octubre de 2019.  FOTO: Romano Paganini

Texto y entrevista: Gloria Muñoz Ramírez (desinformemonos.org) 

 

 

Este material forma parte de un trabajo colaborativo entre Desinformémonos (México) y mutantia.ch (Ecuador/Argentina/Suiza).