“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.”
Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
Desde hace dos semanas el activista de Internet Ola Bini está arrestado en un Centro de Detención en Quito. El reproche: ser parte de una red de espionaje de Wikileaks. Sus defensores hablan de una persecución política y exigen la liberación inmediata del sueco.
Quito. – El 11 de abril Ola Bini tenía a Japón en la mente: Japón y Bujinkan, una organización formada por nueve escuelas de artes marciales cuyo secreto es, entre otras cosas, aprender las bases de la paz interior. Hace semanas el sueco, que vive en Ecuador, había planeado el viaje a Asia, incluso anunciándolo en Twitter. Pero no salió del país. A pocos metros antes de abordar el avión en el aeropuerto Mariscal Sucre de Quito, Ola Bini fue arrestado por la policía. Y todo eso sólo unas horas después del arresto del fundador de Wikileaks, Julian Assange, en Londres. Hasta hoy día Bini no sabe por qué.
Ahora, el hombre de 36 años está sentado sobre el piso frío del Centro de Detención El Inca en el norte de la capital ecuatoriana; en una de las instituciones más sensibles del país, se apoya en la puerta de su celda y lee el libro de Gabriel García Márquez El amor en tiempos de cólera. También le están surgiendo preguntas existenciales. “¿Qué es lo más importante en la vida? ¿Lo estás haciendo? ¿Por qué no?”, escribe en una carta publicada el viernes pasado en Twitter por unos amigos. Las bombillas del techo de su celda fueron removidas y únicamente recibe la luz que ingresa a través de la puerta. Sólo en aquel rincón Ola Bini ve lo que lee y escribe. “Tal vez como mártir secuestrado por el gobierno de Ecuador, serviré para estimular la discusión, atraer la atención y abrir nuevas formas de lucha. Tal vez mi encarcelamiento sirva para despertar a algunas personas”.
Preocupado por la salud de Assange
Ola Bini, nacido en Gotemburgo a principios de los años 80, vive en Ecuador desde 2013. El desarrollador de software y activista de Internet trabajó para la empresa de tecnología estadounidense Thoughtworks durante varios años antes de cofundar la organización sin fines de lucro Centro de Autonomía Digital en Quito, 2018. “Creemos que la privacidad es un derecho humano que debe ser respetado”, dice la página web. “Por eso estamos trabajando para asegurarnos de que este derecho humano pueda ser respetado en el mundo digital”.
No es sin cierta ironía que ahora se dice que Ola Bini ha violado exactamente estos principios. El Ministerio del Interior ecuatoriano ha vinculado al sueco con Wikileaks y lo inculpa como sospechoso de espionaje. De hecho, Ola Bini es amigo del fundador de Wikileaks, Julian Assange, y lo ha visitado varias veces en la embajada ecuatoriana en Londres. Pero tanto su abogado como los padres de Bini aseguran que no tiene nada que ver con Wikileaks. “Últimamente se preocupó por la salud de Assange”, dice el padre Dag Gustafsson en una conversación personal.
El trasfondo del arresto de Ola Bini queda en la nebulosa, también porque hasta ahora no se han presentado pruebas concretas. Por otro lado, es evidente que el Estado ecuatoriano ha hecho caso omiso de los derechos, tanto del sueco como de Julian Assange.
Pero parece que una amistad con representantes de Wikileaks es suficiente para que los servicios secretos se alerten. El problema, dice el abogado de Bini, José Charry Dávalos, es asociar a Julian Assange exclusivamente con Wikileaks. “Como si el hombre no hubiese hecho nada más en su vida y como ser humano no signifique otra cosa que haber fundado Wikileaks”.
Así suelen construirse historias y exponerse públicamente. En el caso de Bini se habla de “desestabilización del Estado ecuatoriano” ocurrida con la venia del gobierno anterior. El Ministerio del Interior, por ejemplo, alega que Bini y Ricardo Patiño, ex ministro del presidente Rafael Correa (2007-2017) y crítico obstinado del actual gobierno de Lenin Moreno, habían estado varias veces en los mismos vuelos. ¿Coincidencia? Bini dice que no conoce a Patiño. Patiño dice que no recuerda haber conocido a Bini.
Cabe señalar que el presidente Lenin Moreno y su predecesor, Rafael Correa, habían estado en desacuerdo hace meses, a pesar de haber sido compañeros políticos durante mucho tiempo. En julio de 2018, el ex presidente Correa recibió incluso una orden de detención por intento de secuestro, una de las razones por las que actualmente vive en Bélgica, lugar natal de su esposa. Cuando hace diez días se dictó una orden de detención en contra del ex ministro Ricardo Patiño por incitación, éste se escapó vía Perú a México …
Fotos del archivo familiar
Así que el trasfondo del arresto de Bini queda en la nebulosa, también porque hasta ahora no se han presentado pruebas concretas. Por otro lado, es evidente que el Estado ecuatoriano ha hecho caso omiso de los derechos, tanto del sueco como de Julian Assange.
En el caso del fundador de Wikileaks (a quien se le otorgó la ciudadanía ecuatoriana hace un año y medio), la cuestión es el derecho a la nacionalidad, el asilo, el principio de no devolución y la garantía al debido proceso. Hasta qué punto su extradición a las autoridades británicas está vinculada a las actividades de Wikileaks, por el momento sigue siendo especulación. Apenas unas semanas antes, la plataforma había mirado de cerca a la familia Moreno y, entre otras cosas, había hecho público que el hermano del actual presidente había fundado una compañía offshore en el paraíso fiscal de Belice en 2012. Wikileaks también publicó fotos de Moreno desayunando en la cama de un hotel de lujo, aparentemente de los archivos privados de la familia.
“Una pesadilla de la cual no nos estamos despertando”: Gorel Bini frente al Centro de Detención El Inca en Quito, donde su hijo Ola Bini está detenido. En el fondo, su papá Dag Gustaffson, a la izquierda el cónsul honorífico de Suecia Ola Ernberg, a la derecha la traductora. FOTO: mutantia.ch
En el caso de Ola Bini, las autoridades también actuaron ilegalmente, como denuncian sus abogados José Charry Dávalos y Carlos Soria. En el aeropuerto de Quito, el programador estuvo detenido durante horas, aparentemente en las oficinas de Interpol. Luego, en medio de la noche, fue llevado en un carro de la policía a su apartamento, donde fueron confiscadas varias computadoras, discos duros, tarjetas SIM, USB-Sticks y libros. Bini, que en este momento estaba esposado, tuvo que esperar abajo en el auto.
Antes de que su arresto fuera reportado a la embajada sueca en Bogotá o de que él –como dice la ley- hablase con un representante legal, en las horas de la madrugada fue llevado a un lugar cuya finalidad es hasta hoy desconocida por los abogados. “No había razón para no haberle llevado directamente a Flagrancia”. Ola Bini tuvo que esperar unas horas: solo, sin comida ni bebida. Pero allí vio su cara en televisión y leyó la palabra hackeo. Él, que habla muy poco español y a quien hasta entonces no se le habían expuesto sus derechos en inglés o sueco, se hizo una idea de por qué no se le permitía subir al avión a Japón. 32 horas después de su detención en el aeropuerto se realiza la audiencia de formulación de cargos.
“Debemos detener este desarrollo”
En los días siguientes, Bini hizo saber que sobre la base de los libros que leyó y de las tecnologías que utilizó, se había elaborado una acusación. “Los poderosos de este mundo están luchando contra el conocimiento libre (…) No podemos permitirlo.”
En sus escritos, que han sido traducidos a ocho idiomas por amigos y compañeros de todo el mundo, Bini también hace referencia a la novela “1984” de George Orwell y a sus comentarios sobre los crímenes de pensamiento. Habla de una policía que trabaja de forma encubierta y cuya tarea consiste en descubrir y castigar a las personas que cometen un delito en sus mentes, sin cometerlo realmente. “Este mundo”, escribe Bini, “nos constreñirá más y más hasta que no tengamos más espacio”. Si Ecuador pudiera salir impune de sus acusaciones, otros estados harían lo mismo. “Debemos detener este desarrollo antes de que sea demasiado tarde”.
La organización Article 19 de Londres, por ejemplo, escribe que la detención de Bini está vinculada a los esfuerzos de las autoridades de los respectivos países para controlar el Internet y las actividades en línea.
El sueco está respaldado por sus abogados. José Charry explica que este caso no trata de un ataque concreto de Bini, sino de un cuestionamiento a los sistemas informáticos que fueron creados, facilitados y distribuidos por él. “Jurídicamente es imposible que Ola sea sentenciado. Porque todavía no sabemos qué hizo, cómo y dónde”.
Mientras tanto, docenas de organizaciones no gubernamentales, activistas de derechos humanos y empleadores se han manifestado por la liberación inmediata de Ola Bini. La organización Article 19 de Londres, por ejemplo, escribe que la detención de Bini está vinculada a los esfuerzos de las autoridades de los respectivos países para controlar el Internet y las actividades en línea. Esto no sólo tiene un efecto disuasorio sobre aquellos que ejercen su derecho a la libertad de expresión. “También aumenta el temor entre los activistas e innovadores de la tecnología de Internet respecto de los límites establecidos para ellos y los peligros a los que pueden enfrentarse”.
Ola Bini es reconocido como desarrollador de software a nivel mundial y considerado como uno de los mejores en su área. Forma parte de un grupo consultivo de la Unión Europea sobre seguridad en Internet y ha sido añadido a la “lista de héroes” del lenguaje de programación Java. “Es gracias a gente honrada como Ola Bini que los periodistas y los individuos de todo el mundo confían en las tecnologías que pueden utilizar para descubrir la negligencia y la corrupción”, escribe Artículo 19. La organización está preocupada por las acciones de las autoridades ecuatorianas y las interpreta como parte de una estrategia contra la comunidad de desarrolladores de software, comunidad que contribuye a la libertad de expresión por Internet y a la comunicación segura en línea.
“Jurídicamente es imposible que Ola sea sentenciado. Porque todavía no sabemos qué hizo, cómo y dónde”: Los abogados de Ola Bini, Carlos Soria (izquierda) y José Charry Dávalos. FOTO: mutantia.ch
El Estado Ecuatoriano no se manifestó más sobre los argumentos de la detención de Bini. Y a las autoridades suecas también les resultó difícil adoptar una postura. Un día después del arresto, Dag Gustaffson, padre de Bini, acudió al Ministerio de Asuntos Exteriores a la espera de una respuesta, pero no tuvo éxito. Entiendo los mecanismos diplomáticos, dice Gustaffson, “pero como ciudadano sueco esperaba más contactos e información”.
No fue hasta una semana después que los padres enviaron una carta desde Ecuador señalando las numerosas violaciones de la ley, que también fueron publicadas en los medios de comunicación suecos. Poco después, el Ministerio de Relaciones Exteriores solicitó al embajador ecuatoriano en Estocolmo información detallada sobre el arresto y las acusaciones contra Bini. La presión se intensificó con una carta al primer ministro sueco Stefan Löfven, firmada por 130 personalidades, entre ellas Brian Eno, Danny Glover, Yanis Varoufakis, Pamela Anderson, Leonardo Boff y Noam Chomsky. Escriben: “Puesto que la detención de Bini parece políticamente justificada, nos gustaría pedir al gobierno que lleve el asunto a un nivel político”. Suecia ha sido conocida por su activa defensa de los derechos humanos y la libertad de expresión.
Dormir sobre cartones
Político o no: Ola Bini permanecerá en prisión al menos hasta el 2 de mayo. Luego, la audiencia de apelación tendrá lugar en el tribunal provincial. En caso de ser condenado por atacar los sistemas informáticos estatales, Bini podría ser condenado a una pena de tres a cinco años de prisión. Sin embargo, los abogados confían en que esto no sucederá y que pronto será liberado de El Inca. De las cuatro causales para seguir en prisión preventiva, sólo se da una, cuenta José Charry. “Y la más importante sigue faltando: la acción en sí”.
La privacidad, que es tan importante para Ola Bini, en este momento no la tiene en ninguna parte. Comparte su celda de casi ocho metros cuadrados con otros ocho reclusos, y en la única cama de la habitación duerme como máximo una vez por semana; el resto del tiempo se sienta como los demás en el piso de concreto cubierto con cartón. No hay lugar para acostarse. Comparte el baño con cuarenta hombres y el agua potable de la cisterna llega sucia y sólo a ciertos momentos del día. Puede salir de la celda en determinadas horas, pero el espacio para caminar es muy limitado. En El Inca, diseñado para 400 personas, actualmente hay 4.200 detenidos… El abogado Carlos Soria, que visita a Bini varias veces por semana, lo llama “el infierno en la tierra”, y su colega Charry dice que esta prisión quebraría incluso a los principios de las personas más fuertes.
Según sus abogados, Bini ha sido amenazado al menos dos veces por reclusos de otros sectores. Se trata de estructuras de poder entre los reclusos que están controlados por bandas y que discuten sobre quién controla, protege o extorsiona a quién. “Pero nos deja tranquilo hasta cierto punto que Bini esté en una celda con gente que no representa ningún peligro físico para él”. Sus compañeros de prisión son hombres que, por ejemplo, no han pagado sus aportes de alimentos a sus hijos.
Ola Bini comparte su celda de casi ocho metros cuadrados con otros ocho reclusos, y en la única cama de la habitación duerme como máximo una vez por semana; el resto del tiempo se sienta como los demás en el piso de concreto cubierto con cartón. No hay lugar para acostarse.
Sin embargo, los hábitos diarios del Centro de Detención no han sido fáciles para Bini, especialmente en lo que respecta a la dieta. Como vegetariano vivió durante días con arroz y ensalada, sin ninguna proteína, hecho que le provocó dos desmayos. Menos mal, ahora sus padres tienen permiso para llevarle una comida dos veces al día a la cárcel.
Ola Bini, que se hizo famoso en todo el mundo, aprovechó las protestas que se generaron por su arresto para señalar las desafortunadas condiciones de encarcelamiento. “Mis pensamientos se dirigen a mis compañeros de prisión en Ecuador”, escribió. Como hombre blanco de uno de los países más ricos del planeta, conoce sus privilegios y los cuestiona: “En mi opinión, nadie merece privilegios. Todavía los tengo, así que, ¿qué debo hacer? (…) Al final, los privilegios significan responsabilidad para mí”.
Las respuestas a sus preguntas existenciales están en su propio trabajo: protección y seguridad de la privacidad en Internet. “Sin privacidad no podemos desarrollar la autodeterminación y sin ella somos esclavos. Es por eso que dediqué mi vida a esta lucha. Porque la vigilancia es una amenaza para todos nosotros”.
Texto: Romano Paganini
Colaboración: Vicky Novillo Rameix y Marizu Robledo
Ilustración: #FreeOlaBini