No solo el virus, tambiƩn las bicis vinieron para quedarse

En Quito, debido al distanciamiento social, se aceleró la implementación de nuevas ciclovías.
Solo en los próximos meses se van a habilitar mÔs de 60 kilómetros de carriles protegidos, exclusivamente para
este fin. Y a pesar de que la capital ecuatoriana todavĆ­a estĆ” lejos de ser una ciudad de bicis, el hecho de que el transporte pĆŗblico va a volver muy de a poco evidencia las prioridades del municipio. 

Quito, 1 de mayo de 2020 – El estacionamiento de mi universidad no contaba con un lugar para bicicletas, por lo que dejaba la mĆ­a junto a un pasamanos, donde otros tres o cuatro ciclistas tambiĆ©n dejaban las suyas. MĆ”s de diez aƱos han pasado, ahora todas las universidades de Quito, asĆ­ como varios establecimientos, han incorporado estacionamientos para bicicletas. Incluso algunas de las principales calles de la ciudad cuentan con su debida ciclovĆ­a. 

Y es que la popularización global de la bicicleta es algo lógico, por motivos ambientales, sociales y de salud pĆŗblica. Sin embargo, la velocidad de las administraciones quiteƱas para adaptarse y encontrar allĆ­ un potencial instrumento para aliviar los graves problemas de movilidad de la ciudad no ha podido estar a la par. Por el contrario, la polĆ­tica urbana ha incentivado el uso del automóvil privado, invirtiendo millones en autopistas, intercambiadores y otros tipos de infraestructura que, en muchos casos, no contemplan al transporte pĆŗblico, mucho menos a la bicicleta. El resultado es previsible: mientras mĆ”s vĆ­as se destinen exclusivamente al auto privado, y menos alternativas de transporte existan, mĆ”s gente saldrĆ” en auto o aspirarĆ” a obtener uno. 

Quito ha tenido iniciativas que se han instalado en la dinÔmica urbana, como el Paseo Dominical, una ciclovía temporal que desde el 2003 atraviesa la ciudad de norte a sur, en un trayecto de 28.7 km exclusivos para bicicletas y transporte alternativo, que se activa de 8 a 14h. El ciclopaseo, como también se lo conoce, es una iniciativa de recreación, pero su éxito demuestra que, dadas condiciones que garanticen su seguridad, a los quiteños sí les gusta bajarse del bus o del auto. Es quizÔ por este motivo que, luego de mÔs de un mes de confinamiento por la amenaza del Covid-19, el uso de bicicletas ha incrementado en un 268%, de acuerdo con Fernando de la Torre, Director de Modos de Transporte Sostenible en la Secretaría de Movilidad del DMQ. En un contexto de mayor seguridad para los ciclistas como resultado de la limitada presencia vehicular en las calles, tal como sucede cada domingo con el ciclopaseo, los quiteños han optado por la bicicleta para satisfacer sus necesidades de movilidad.

Una pareja de vendedores de guantes y mascarillas comparten una bicicleta en el parque La Carolina, Quito.

Con datos que hablan a gritos, el Concejo Metropolitano de Quito resolvió implementar un Plan de CiclovĆ­as Emergentes, que entró en vigencia el pasado 27 abril. “Es brutal, sin tener infraestructura, sin haber hecho un plan de comunicación e información y sin tener ejes complementarios. Me parece que es suficiente evidencia para poner en marcha el Plan de CiclovĆ­as Emergentesā€, dice de la Torre. El plan fue aprobado el pasado 23 de abril y dotarĆ” a la capital ecuatoriana con 62.7 km de carriles exclusivos para bicicletas, que serĆ”n implementados progresivamente. Esta iniciativa busca proporcionar una alternativa al transporte pĆŗblico, que se encuentra limitado debido a que es uno de los principales focos de contagio en varias ciudades del mundo.

 

Una nueva necesidad

En una crisis la gente se adapta, sufre y se inventa soluciones para sus problemas. Alexander Silva, un guardia de seguridad de 21 aƱos, encontró una alternativa: la bicicleta. Sin una forma fiable para trasladarse a su trabajo, tenia que comprarse una bicicleta, en la que pedalea por dos horas para llegar desde su hogar, al extremo sur de la ciudad, hasta su trabajo en el ComitĆ© del Pueblo, 40 kilómetros al norte. Antes de la cuarentena, Silva se trasladaba al trabajo por el mismo asfalto, pero lo hacĆ­a sobre un bus articulado a diesel. “La verdad es que en bici voy mucho mejor”, dice. “Hago algo para mi salud y no tengo que estar apretado en uno de esos buses. AdemĆ”s no contamino el aire, ya que los buses botan un humo terrible”.

Si bien el transporte masivo es el modo menos contaminante de movilización motorizada por su eficiencia, se ha invertido poco y nada en mejorar las condiciones tanto del combustible como de los vehículos utilizados por el transporte público en el país. Esto ha resultado en unidades cuya combustión es tremendamente contaminante, afectando el prestigio y la comodidad del medio de transporte mÔs utilizado en Quito.

Alexander Silva, volviendo del trabajo a su casa en el sector de Quitumbe. Realiza un recorrido de unos 40 km.

Desde que el confinamiento empezó, cientos de ciclistas, como Alexander, usan libremente los carriles exclusivos de transporte pĆŗblico, que se encuentra suspendido. Uno de ellos es Luis Zevallos, un guĆ­a turĆ­stico de 58 aƱos que, al no tener un medio de transporte, tomó prestada la bici de su sobrina. Las pocas veces que Zevallos habĆ­a pedaleado por la ciudad fueron en el Paseo Dominical. ā€œLos conductores son muy agresivos y es imposible relajarseā€, afirma. ā€œPor eso antes no montaba bici, pero ahora que no hay carros es perfecto, porque hago ejercicio y eso es bueno hasta para la cabeza, mĆ”s ahora que tenemos arresto domiciliario desde las dos de la tardeā€, agrega.

 

“Los que se mueven en bicicleta y a pie representan un Ć­ndice
bajĆ­simo de contagio. Son los modos de transporte mas sanitarios
que se puede utilizar y tienen un montón de beneficios.”

Fernando de la Torre, Secretaria de Movilidad Quito

 

Esto indica que para incentivar el uso de la bicicleta—y de paso mejorar la calidad del aire y la salud de la gente—es necesario implementar mĆ”s ciclovĆ­as protegidas. Es el mismo principio que resulta contraproducente con los autos: darle facilidades a un medio de transporte harĆ” que su uso se aumente. En el caso de las bicicletas, hacerlo resulta barato y tiene beneficios directos para quienes pedalean, e indirectos para quienes respiran aire menos contaminado como resultado.  

Como Zevallos, muchas personas no utilizan la bicicleta como medio de transporte. El motivo de esto no es la falta de interĆ©s, sino el peligro que conlleva el tener que compartir la vĆ­a con autos, motos, buses y camiones. Por el contrario, la oportunidad de circular en un carril protegido permite a los y las ciclistas andar a su propio ritmo y disfrutar del paisaje urbano. Entonces, ĀæquĆ© pasarĆ­a si las condiciones de seguridad que ofrece el Paseo Dominical dejan de ser un hecho aislado? La respuesta estĆ” en las vĆ­as exclusivas para transporte pĆŗblico troncalizado—TrolebĆŗs, EcovĆ­a y MetrobĆŗs—, y su masivo uso como ciclovĆ­as durante la pandemia. Las CiclovĆ­as Emergentes que se estĆ”n implementando deberĆ”n buscar aumentar los espacios seguros para que, quien quiera y pueda, utilice la bicicleta como medio de transporte.

Un ciclista transita por la calle Venezuela, una de las mÔs concurridas por peatones en el Centro Histórico de Quito durante la cuarentena.

Se dice que una crisis acelera el proceso histórico. Durante la pandemia, se puede ver esto a escala global, con fenómenos como la consolidación de China como poder acadĆ©mico y mĆ©dico; la relegitimación del sistema mĆ©dico cubano como resultado del apoyo brindado al exterior; o la decadencia del modelo económico y de salud pĆŗblica estadounidense, visibilizado por la incapacidad para enfrentar una crisis de este tipo.  Pero tambiĆ©n a nivel local algunas tendencias ya existentes estĆ”n tomando fuerza y se han desarrollado con mĆ”s velocidad.

En el caso de Quito, la movilidad puede ser uno de los campos en los que ciertos cambios lógicos, pero postergados, se aceleren. El posicionamiento del peatón y la bicicleta como medios de transporte prioritarios parecerĆ­a al fin estar sucediendo, cosa que sin duda puede transformar la dinĆ”mica de la ciudad y la vida de sus habitantes para bien. “Es una oportunidad para que Quito se replantee completamente el esquema de transporte que hemos tenido Ćŗltimamente y entendamos que los modos activos de desplazamiento son, han sido y siempre serĆ”n resilientes y prioritariosā€ dice Fernando de la Torre, Director de Modos de Transporte Sostenible en la SecretarĆ­a de Movilidad del DMQ. 

 

Implementación de tres corredores transversales cada semana

Como resultado de su topografĆ­a, la ciudad de Quito se asienta en un espacio largo y angosto, por lo que las CiclovĆ­as Emergentes tendrĆ”n como eje longitudinal a la ruta del Paseo Dominical, que tiene 28.7 km de sur a norte. Ɖsta serĆ” atravesada por 18 ejes transversales este-oeste, que suman 25.6 km. “Muchos usuarios ya estĆ”n familiarizados con el eje longitudinal gracias al ciclopaseo, que recibĆ­a a 30,000 personas cada semana. Esto representa una gran ventajaā€, dice de la Torre. ā€œLa activación se puede hacer inmediatamente, porque ya tenemos el material logĆ­stico y un mĆ©todo consolidadoā€. 

El municipio estĆ” implementando tres corredores transversales cada semana, empezando desde el lunes 26 de abril. Mientras tanto,el eje longitudinal serĆ” implementado cuando el transporte municipal troncalizado retorne a sus vĆ­as exclusivas, que ahora son usadas por los y las ciclistas. Las nuevas ciclovĆ­as consisten en la toma de un carril de vehĆ­culos motorizados con segregación fĆ­sica—bolardos fijos abatibles—para activar una ruta de doble sentido.

En naranja, las CiclovĆ­as Emergentes: eje longitudinal norte-sur y 18 ejes transversales este-oeste, mĆ”s un doble triĆ”ngulo en la microcentralidad Carapungo-Calderón. En azul, las ciclovĆ­as existentes. – FUENTE: Fernando de la Torre, SecretarĆ­a de Movilidad Distrito Metropolitano Quito

AdemÔs, se permitirÔ llevar la bici en el transporte municipal en ciertos horarios y se implementarÔn 11.9 km de ciclovías adicionales en la microcentralidad de Carapungo-Calderón, donde la bicicleta ha sido ampliamente utilizada incluso antes de la pandemia, entre otros motivos, por ser una zona plana.

Participaron en la definición de las rutas la Agencia Metropolitana de TrĆ”nsito (AMT), la Empresa PĆŗblica Metropolitana de Movilidad y Obras PĆŗblicas (EPMMOP), la SecretarĆ­a de Territorio del DMQ y colectivos de ciclistas urbanos de Quito, que han proporcionado información vital sobre la forma en que se mueven los repartidores y otros ciclistas. Los ejes transversales contemplan una integración con las estaciones de metro y con lugares de interĆ©s, como hospitales y centros educativos. 

 

El costo es insignificante 

El Plan de Ciclovías Emergentes para Quito tiene un presupuesto referencial de $460,000. El gasto se divide entre los 12,000 bolardos fijos abatibles que serÔn instalados, señalización horizontal, señalización vertical, reductores de velocidad ligeros, mejoramiento de las fases semafóricas para dar prioridad a peatones, ciclistas y transporte público, junto con planes de comunicación. Cabe resaltar que el eje longitudinal requiere su logística propia, pero no requiere presupuesto adicional. El presupuesto estÔ dentro del Proyecto de Movilidad Sostenible de la EPMMOP.

El costo de un proyecto de tal magnitud es insignificante en comparación con las inversiones en movilidad motorizada. Pero la facilidad y el bajo costo de implementación no es la Ćŗnica ventaja, afirma Fernando de la Torre, ā€œlos que se mueven en bicicleta y a pie representan un Ć­ndice bajĆ­simo de contagio. Son los modos de transporte mas sanitarios que se puede utilizar y tienen un montón de beneficios. No solamente en la disminución de contagios por contacto, sino tambiĆ©n propician una mejor calidad del aireā€. Los accidentes en las vĆ­as tambiĆ©n se reducen, por lo que los medios de transporte activo podrĆ­an incluso liberar plazas en las casas de salud, que pueden ser destinadas a las personas infectadas por el virus.

De igual manera, una mejor calidad del aire y mejor salud como resultado del ejercicio físico resultan en disminuciones de enfermedades respiratorias, obesidad, hipertensión, diabetes, entre otras enfermedades que representan cargas tanto logísticas como económicas en el sistema de salud pública, sin mencionar su fundamental impacto positivo en la calidad de vida de la gente.

Tres comerciantes se desplazan en sus bicicletas de sur a norte por la vĆ­a exclusiva de la EcovĆ­a. Dada la ausencia de este transporte, este carril es el preferido para muchas y muchos ciclistas.

Sin luces sobre el futuro a corto plazo, la mayorĆ­a de expertos coinciden en  que tendremos que aprender a convivir con el virus al menos por un aƱo mĆ”s. Debido al riesgo de contagio, una reinserción convencional del transporte pĆŗblico tal como lo conocemos significarĆ­a una catĆ”strofe. Esto es particularmente cierto en ciudades como Quito, donde la histórica falta de inversión en el transporte pĆŗblico ha llevado a que se desarrollen en condiciones de absoluto hacinamiento dentro de las unidades. En una guĆ­a tĆ©cnica, la Organización Mundial de Salud recomienda lo siguiente: ā€œSiempre que sea posible, considere andar en bicicleta o caminar: esto proporciona distancia fĆ­sica mientras ayuda a cumplir con el requisito mĆ­nimo para la actividad fĆ­sica diaria, que puede ser mĆ”s difĆ­cil debido al aumento del teletrabajo y el acceso limitado al deporte y otras actividades recreativasā€.  

La Secretaría de Movilidad del DMQ tiene esto bastante claro, por lo que plantea una reinserción gradual y muy lenta del transporte público, con una capacidad reducida en el interior de los autobuses, de acuerdo con Fernando de la Torre. Respecto al transporte público, el alcalde Jorge Yunda propone un subsidio para que su funcionamiento sea sostenible, tanto para los transportistas como para los usuarios.

 

El municipio estĆ” tomando el camino correcto,
pero faltan varias cosas por resolver, como el acceso a ciclovĆ­as en barrios
perifƩricos y la posibilidad de transportar bicicletas en los autobuses a toda hora.

 

En ese contexto, los medios de transporte activo se consolidan como el camino a seguir. Pero, ¿qué sucederÔ cuando salgamos de esta pandemia? Definitivamente, la Gran Reclusión va a tener consecuencias en la planificación de las ciudades a mediano y largo plazo, por lo que las siguientes fases del Plan de Ciclovías Emergentes dependerÔ de su funcionamiento y acogida. Sin embargo, la movilidad de Quito era un tremendo problema antes de la pandemia. La ciudad precisaba de menos inversión y facilidades para el automóvil privado, junto con un mejor sistema de transporte público y una lógica priorización de peatones y ciclistas. Parecería oportuno, entonces, afirmar que para la capital ecuatoriana, la historia se estÔ acelerando, al menos respecto a la movilidad de sus habitantes. Las decisiones que históricamente han sido postergadas parecen haber encontrado condiciones que las harÔn factibles.

MecĆ”nica de bicicletas en el Centro Histórico de Quito: algunos atiendan directamente en la calle. 

Las ciclovĆ­as emergentes pueden ser una excelente fuente de información y un prototipo para replantear nuestra ciudad a largo plazo. “No estamos hablando de ciclovĆ­as temporales como se ha hecho en otros paĆ­ses, en BogotĆ”, por ejemplo, o en Nueva York, sino son ciclovĆ­as emergentes porque nuestro plan es generar permanencia. Vamos a tener esta crisis de contagios muy posiblemente durante los próximos 18 meses. Tenemos la oportunidad perfecta para replantearnos cómo funciona el sistema de transporte en Quitoā€, dice Fernando de la Torre de la Secretaria de Movilidad, lo que indica que existe voluntad para que las ciclovĆ­as se queden mucho mĆ”s tiempo que el virus. 

 

La urgencia de tener BiciQ disponible

Una de las entidades que ha participado en el desarrollo de este plan es la SecretarĆ­a de Territorio del DMQ, que estĆ” a cargo de la planificación en tĆ©rminos urbanĆ­sticos. De la Torre afirma que ellos tambiĆ©n ven una oportunidad en esta forma de desplazamiento para generar nuevas microcentralidades, lo cual liberarĆ­a la concentración de servicios Ćŗnicamente en ciertas Ć”reas de la ciudad y propiciarĆ­a una ciudad mĆ”s pacificada, amable, enfocada en las personas y no en el automóvil privado. 

Hoy en dĆ­a, la mayorĆ­a de grandes ciudades tienen un sistema de bicicleta pĆŗblico de bicicletas compartidas. Quito contaba con el suyo, llamado BiciQ, pero ha permanecido en un estado cercano al abandono por varios aƱos. El municipio tenĆ­a previsto re-implementarlo entre abril y mayo, a travĆ©s de una alianza con el sector privado. La reactivación de BiciQ se encontraba lista para su licitación el 19 de marzo en el portal de compras pĆŗblica. De no ser por la pandemia, la ciudad ya podrĆ­a contar nuevamente con renovadas bicicletas municipales. En este contexto, resulta aĆŗn mĆ”s urgente que estĆ©n disponibles. 

Una familia se desplaza en bicicletas por las calles de Quito hacia el sur.

Queda mucho por hacer. Un cambio de esta magnitud en la dinÔmica urbana puede ser difícil de manejar para muchos habitantes de Quito, por lo que las campañas del municipio no solamente deben estar dirigidas a las personas que se movilizan en bicicleta, sino también para peatones y conductores. Sólo de esta manera se podrÔ garantizar la seguridad de todas y todos, y así favorecer los medios de transporte que mÔs beneficios traen. Como resultado, su uso serÔ mÔs agradable y prÔctico. El municipio estÔ tomando el camino correcto, pero faltan varias cosas por resolver, como el acceso a ciclovías en barrios periféricos y la posibilidad de transportar bicicletas en los autobuses a toda hora, lo que eliminaría lo que muchos consideran el mayor desafío de pedalear en la ciudad: navegar su accidentada topografía.

Hace un par de dĆ­as, en pleno distanciamiento social por la emergencia sanitaria, iba en bicicleta por la avenida 10 de Agosto, a la altura de la calle Buenos Aires. Es la entrada al Centro Histórico y decenas de personas se encontraban en las calles. Unas cuatro o cinco estaban paradas en el lĆ­mite entre el carril del TrolebĆŗs—por donde yo circulaba—y el de los autos particulares, esperando para cruzar. Uno de ellos exclamó al verme pasar, ā€œĀ”esto no es para bicicletas, carajo!ā€. Lamentablemente no pudo ver mi sonrisa al escucharlo, pues la mascarilla cubrĆ­a la mitad de mi cara.

 

Texto: Emilio Bermeo

FotografĆ­as: Ramiro Aguilar

Caricatura: ĆDEM

Colaboración: SebastiĆ”n Oviedo, Santiago Oviedo, Romano Paganini 

 

+ + + Trabajo colaborativo entre La Lƭnea de Fuego, Acapana, Radio PerifƩrik y mutantia.ch + + +