Fertilizar con el propio negocio

En lugar de fertilizar con químicos sintéticos, países del sur global usan heces humanas. Ejemplos de Ghana y Argentina lo demuestran: La separación de la orina y las heces tiene sentido.    

“A la caca hay que tenerle respeto y no hay que tenerle miedo”. Fedderico Dabbah dijo esta frase en otra ocasión y ahora, que están filmando un corto publicitario sobre baños secos, los empleados le obligan a su jefe a repetirlo frente a la cámara. “Con el respeto adecuado”, dice Dabbah, refiriéndose al uso de un baño seco, “los riesgos se minimizan.”

El corto metraje sobre baños secos fue filmado el año pasado. Hoy en día es una herramienta para Dabbah y su equipo del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), para que se difunda en los municipios, escuelas y otras instituciones de Argentina un tema delicado: el uso de heces humanas. “Nosotros entendemos a la tecnología como vector responsable de una transformación orientada al desarrollo a escala humana”, dice Dabbah. Durante los últimos años divulgó tanto los baños secos, que desde 2017 el Estado lo incentiva como un sistema complementario al sistema cloacal, un sistema al cual accede solo la mitad de la población.

Nada de dinero, nada de agua

Según Unicef y la Organización Mundial de la Salud (OMS) aproximadamente 2.500 millones de personas carecen de acceso a instalaciones sanitarias mejoradas, y 1.100 millones todavía defecan a cielo abierto. Además se estima que el noventa por ciento de las aguas negras en los países en vías de desarrollo se vierten en cuerpos acuíferos potables. La OMS advierte que los impactos de un saneamiento inadecuado, la carencia de higiene y las enfermedades diarreicas son superiores al del HIV/SIDA, malaria y tuberculosis combinadas.

Una de las razones por las cuales los países del sur no tienen un sistema cloacal son los costos elevados. Canalizaciones bajo tierra, como fueron construidas durante la industrialización a mitad del siglo XIX en ciudades europeas, son caras y las autoridades muchas veces no las consideran como una prioridad. Además, en muchos lugares simplemente falta la materia prima: el agua. Setenta por ciento de la superficie de Argentina, por ejemplo, son zonas semi-secas o secas. Los habitantes, especialmente en las zonas rurales, tienen que asegurarse primero de poder regar sus campos sembrados.

Primer baño seco móvil del país

Esa fue una de las razones por las cuales Martín Monti decidió hace unos años atrás construir un baño seco en su terreno en las afueras de Tandil, una ciudad medianamente grande al suroeste de Buenos Aires. Desde el principio usó las heces para compostaje. Con eso fertilizó su tierra de forma gratuita y a la vez devolvió la materia prima al ciclo de la naturaleza. Mientras tanto el inventor construyó un inodoro donde se separa la orina y las heces desde un principio. Es uno de los argumentos principales a favor del baño seco. Además se necesita mucho menos agua que con los baños comunes.

Junto a un amigo de Buenos Aires fundó la empresa Biosanita y entregó ya más que 400 baños secos: desde la Patagonia, en el sur del país, hasta Jujuy, en el norte. Aún desde Europa, Estados Unidos, Australia y Groenlandia llegaron pedidos. “Aunque es contra nuestros principios tener un camino tan largo de transporte”, dice Monti, “mientras se afila la consciencia de la persona que lo use, vamos nivelando.”

El invento más nuevo de Monti se presentó en la feria de artesanos de Tandil fines de Marzo: el baño seco móvil. Es el primero en Argentina y según Monti el primero en toda América Latina. La orina y las heces llegan a través de una manguera y una solapa respectivamente en dos bidones separados bajo de la taza del inodoro. Después del negocio se hecha un poco agua con una botella en la parte de adelante, atrás se tira una porción de aserrín, ceniza o cal. “Así”, explica Monti, “se secan las heces y no generan mal olor”.

El Estado no quiere fertilizantes de orina

Mientras en los Water-Closets (WC) las heces se van juntas con el agua a una cloaca y de ahí a una planta de tratamiento, Martín Monti se las lleva en dos bidones después del evento directamente a su casa. Las heces las deja compostar y de ahí las echa debajo de los frutales. La orina la diluye con agua y la echa en su huerto, o la esparce en los campos de un amigo. “Por su composición química las heces humanas son ideales para usarlas en la agricultura o la silvicultura”, destaca Monti. Entre otros elementos la orina está compuesta por fósforo y nitrógeno, podría así reemplazar los fertilizantes sintéticos. “Lamentablemente”, dice Monti, “en Argentina todavía estamos al principio de este proceso.“

El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) prohíbe la utilización de desechos humanos para la producción de alimentos para comercialización. “La orina puede tener patógenos que con muy poco esfuerzo pueden eliminarse”, dice Fedderico Dabbha, “en cambio las heces siempre tienen patógenos que deben ser debidamente tratados para disminuir posibles enfermedades que pueden llegar a ser mortales.” Por eso el INTI trata de fomentar lo más posible la instalación de baños secos, donde los excrementos sean separados desde un principio.

Resultados prometedores

Al otro lado del Atlántico ya se han construido las infraestructuras necesarias para poder utilizar las heces humanas como fertilizantes. En Ouagadougou, por ejemplo, la capital de Burkina Faso en África del Oeste, una asociación junta la orina y las heces de 900 casas y las transporta a unas de las cuatro plantas de tratamientos de la ciudad. De ahí se vende el fertilizante humano a los campesinos locales, que lo desparraman en sus campos.

En Ghana, el país vecino, un proyecto piloto entre 2011 y 2014 comprobó que aplicando la orina en sembrados de berenjena, repollo, pimienta y maíz dio resultados iguales, o aún mejores, que los fertilizantes sintéticos. Los resultados, dice el informe (en Inglés), son prometedores y demuestran el gran potencial de los fertilizantes orgánicos.

Uso en parques o durante catástrofes

Antes de que las autoridades argentinas lleguen a la misma conclusión, se van a arrojar millones de litros de agua por millones de inodoros. El mayor obstáculo: la aceptación en la sociedad. “Si bien técnicamente son sistemas seguros sanitariamente hablando”, dice el experto del INTI, “todavía hay cierto sector poblacional, tanto de la sociedad civil como en lugares de toma de decisiones, que consciente o inconscientemente desconfían de la efectividad de este tipo de tecnologías y esta es la mayor dificultad para su implementación.”

Martín Monti, el ganador del premio PROESUS para emprendedores sustentables en el 2017, lo toma con soda. Espera que el baño seco móvil al menos se use puntualmente: en escuelas y lugares de camping, en lugares turísticos, parques y reservorios o también cuando haya alguna catástrofe. Si después él vuelve a transportar los bidones con el tesoro para su huerta y sus frutales en Tandil, es incierto.

PD: Mauricio Macri, el presidente de Argentina, nacido en Tandil, demostró interés en sacarse una foto con el ganador del premio PROESUS. Es el mismo hombre cuyos ministerios están despidiendo personal del INTI, hasta ahora 260 de 3000 personas. Se habla hasta 1200 despidos…