Desde hace semanas decenas de municipios ecuatorianos están fumigando las calles y avenidas con químicos que afectan a la salud humana y al medio ambiente. Las autoridades pretenden combatir de esta manera la pandemia del Covid-19, sin estar seguros de la efectividad de estas campañas.
3 de mayo de 2020, Quito. – Las primeras imágenes de ciudades siendo fumigadas llegaron desde la ciudad China de Wuhan, donde supuestamente se desató la pandemia del Covid-19. Después siguieron las imágenes de Italia, de España y de Guayaquil. Y desde principios de abril se está fumigando de forma masiva también en Quito. Las brigadas de la Empresa Metropolitana de Aseo (EMASEO) han fumigado miles de kilómetros, junto a los bomberos y trabajadores de la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (EPMMOP). A pesar de que EMASEO asegura de haber tirado los químicos después de que entre en vigencia el toque de queda a las 14h para así proteger a la ciudadanía, circularon fotos que muestran lo opuesto: vendedores ambulantes caminando por las nubes de desinfectantes, como si fuese lo más normal. “El Municipio enfatiza que la desinfección ayuda a eliminar virus y bacterias en calles y veredas de la urbe, pero el efecto de los químicos no es permanente”, afirma un artículo publicado en el diario El Comercio, aprobando esta aparente ayuda en contra de la expansión del nuevo coronavirus Sars-Cov-2, que causa la enfermedad Covid-19. “Así que lo mejor y recomendable es seguir en casa cuidándose”, dice el texto.
¿Cuidándose de qué? ¿De químicos que de igual manera entran por las ventanas y puertas de las casas, para luego terminar mayormente sin tratamiento en los desagües, que a su vez conducen los desechos a los ríos y mares?
No solamente en la Capital Ecuatoriana se fumiga de forma masiva, sino a lo largo de todo el país. En algunos lugares incluso se han instalado túneles de desinfección, por donde las personas tienen que pasar, por ejemplo, antes de entrar a un hospital o un mercado.
La idea de regalar mascarillas
Según EMASEO los principales químicos que se están usando son el hipoclorito de sodio por un lado, el peróxido de hidrógeno con amonio cuaternario de la quinta generación por otro. Normalmente esta combinación se usa para la desinfección de hospitales, residencias de ancianos, mataderos, baños públicos o consultorios médicos. “La combinación de estos químicos tiene sentido y es muy eficiente”, dice el químico Francesco Pelosi*, que trabajó varios años en el departamento de desinfección de superficies y manos de la multinacional Lonza, unas de las empresas más importantes de la industria farmacéutica. Para él es pertinente aplicar estos químicos en lugares cerrados como hospitales, bancos o incluso casas. “En tiempos de pandemia puede ser también alrededor de los hospitales o centros de salud, pero no tiene ningún sentido desinfectar muebles de jardín, coches o cualquier otra cosa que esté al aire libre. Y fumigar plazas y calles abiertos de forma masiva incluso es una estupidez”.
Sin fumigación corporal no se puede entrar a esta farmacia en el Centro Histórico: a pesar de que hay serias dudas sobre la necesidad de estos métodos en Quito se aplica en varios lugares. – FOTO: Ramiro Aguilar
Francesco Pelosi no es el único científico que critica estas políticas de fumigación, que se han adaptado también en Chile, Bolivia, Perú o México. También personal de salud del Ecuador ha expresado sus dudas al respecto. “Hay muchas estrategias más efectivas que gastar millones de dólares en la fumigación masiva”, decía por ejemplo Daniel Simancas-Racines, recientemente a la revista digital Salud con Lupa. Para el médico epidemiólogo de la Universidad UTE las medidas más urgentes son la distribución de mascarillas, conseguir protección para el personal médico y dar apoyo económica a las familias para que sobrevivan la cuarentena, en lugar de bañar a la ciudad con desinfectantes. “Pero ahora ante la premura y la capacidad de este virus de infectar a mucha gente, se ha optado por fumigar”.
También el médico Esteban Ortiz criticó las medidas del Distrito Metropolitano. “Tener calles limpias es maravilloso, tener calles ‘desinfectadas’ es irreal”, escribió en su cuenta de Twitter. Y después de que Jorge Yunda, Alcalde de Quito y a la vez médico, le respondió por este mismo canal („Todos esos parámetros son muy necesarios en estos momentos, de acuerdo, todo lo que contribuya a la asepsia también“), Ortiz propuso enfocar los recursos en medidas más eficientes: regalar mascarillas en barrios populares, instalar lavaderos de manos en los mercados, parques y canchas o capacitar a la gente más vulnerable. En efecto—y en eso l@s cientific@s alrededor del mundo están de acuerdo—, la higiene en el día-día es la manera más eficiente de prevenir posibles contagios, no solamente de Covid-19. Mientras tanto la Universidad Católica de Quito (PUCE) se manifestó a través de un informe donde afirma que “no se ha encontrado evidencia científica publicada que avale el uso de túneles o cámaras de desinfección como medida de prevención para la transmisión de SARS-CoV-2”. Pero el miedo ya se ha apropiado de las y los habitantes del Ecuador.
El estudio que alimentó el miedo
El estudio que alimentó esta idea en el país llegó unas semanas atrás, a través de la revista New England Journal of Medicine. Las y los investigadores concluyeron que el virus puede sobrevivir hasta tres horas en el aire. Y a pesar de que se destacó que estos estudios fueron hechos en laboratorios—o sea sin considerar el viento y otros elementos ambientales que inhiben una infección con el Sars-Cov-2—y que la Organización Mundial de la Salud a fines de marzo dijo de que no hay transmisión por el aire, los políticos y las administraciones de los GADs en Ecuador optaron por fumigar miles y miles de kilómetros de calles y avenidas en ciudades y pueblos, pretendiendo de esta manera de responder a la emergencia sanitaria. En vez de proporcionar recursos como alimentación para contener la crisis social que se está desatando o repartir mascarillas, como sugirió Esteban Ortiz, las administraciones locales han utilizado toneladas de químicos para “combatir el mal”, sin argumento científico.
Una forma de demostrar que el gobierno hace algo para el pueblo: fumigaciones masivas en Quito, documentadas en la pagina de Facebook del Vicepresidente de la República. – FOTO: Facebook/Otto Sonnenholzner
Los encargados de las fumigaciones en Quito son el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) de la ciudad, la EPMMOP y la empresa Metropolitana de Aseo (EMASEO). Esta última limpia y fumiga también cuando no hay pandemia, por ejemplo los contenedores o los alrededores de los baños públicos. En estas semanas se sumaron a las fumigaciones las zonas cercanas a los hospitales, estaciones de transporte público y puntos de acceso a la ciudad. Se trata de lugares al aire libre, donde la carga viral es mínima, y donde el Sars-Cov-2 apenas puede sobrevivir.
A pesar de la campaña, que ya hace un mes se lleva a cabo en el Distrito Metropolitano, la misma gerente de EMASEO, Yolanda Caete, tiene algunas dudas, sobre todo por los túneles de fumigación, promocionados por el gobierno nacional. “Eso puede causar más enfermedades de la piel o de las vías respiratorias que otra cosa”, destaca. “Por eso nosotros todavía no los hemos ubicado, a pesar de la presión de gran parte de la población”. Efectivamente, la EMASEO recibió pedidos de todos lados: para túneles, desinfección de las calles o trajes, “independientemente si sirve o no”, dice Yolanda Caete. Para ella es como “una suerte de seguridad mental” por falta de “una comprensión clara respecto al Covid-19 y sus formas de transmisión”.
Queda por responder si las y los habitantes de otros países realmente tienen esta comprensión. Lo que si tienen—o lo van creando a través de dinero ficticio—son recursos financieros para subsidiar las actividades económicas. Caete comparte la visión de la PUCE, que en su informe hace hincapié en que los túneles de desinfección pueden crear una falsa sensación de protección en las personas. Eso “podría desviar su atención de las medidas con eficacia y seguridad comprobadas, como son el distanciamiento social, el lavado de manos frecuente y el uso de mascarillas o protectores faciales”.
Quien tiene prioridad: ¿los humanos o el ambiente?
Las fumigaciones masivas—sea de las calles o de los cuerpos humanos—contienen una problemática más, de la cual se ha hablado poco: la contaminación del ambiente. Mientras en los lugares, donde hay plantas de tratamiento de aguas residuales el amonio cuaternario se desintegra rápidamente por las bacterias en dichas plantas, pero en Quito, donde la planta de tratamiento Vindobona recién el año pasado se empezó a construir, la mayoría de estas aguas van directamente a los ríos y después al mar. Y como si eso fuese poco en los cuerpos de agua, el otro químico que se aplica en el país—el peróxido de hidrógeno—mata a los peces. En este contexto hay que considerar el sector pesquero artesanal del Ecuador, en gran parte responsable para el abastecimiento doméstico del país.
“Ojalá que tengamos un equilibrio que nos permita cuidar el ambiente
y la vida de la gente. Pero no siempre se logra eso”.Yolanda Caete, gerenta de la Empresa Metropolitana de Aseo
Desde el terremoto de 2016 se encuentra en una situación compleja, ya que los ingresos cada año van bajando. Además, varias de las especies típicamente pescadas en la costa han desaparecido por completo, debido a factores de contaminación, de la sobrepesca industrial y el cambio climático. Entonces, con las fumigaciones no solamente se contamina a ríos y mares, sino también se contribuye a la destrucción de la base de subsistencia de miles de pescadores en la costa ecuatoriana. El abastecimiento con pescados frescos—más ahora en tiempos de cuarentena—se convierte en una prioridad.
“Tenemos que hacer un balance”, responde Yolanda Caete de la EMASEO a esta situación. “Tengo que tener un balance entre la actividad económica y la necesidad que tiene Quito de desarrollar el turismo. Por eso, por ejemplo, en el Centro Histórico, se usa el peróxido de hidrógeno para desinfectar los lugares donde la gente hace pipi y huele mal, por eso se fumiga también cuando no hay pandemia”. Entonces, cabe la pregunta de las prioridades: ¿humanos o ambiente? La respuesta de la gerente de EMASEO es desalentadora: “Ojalá que tengamos un equilibrio que nos permita cuidar el ambiente y la vida de la gente. Pero no siempre se logra eso”.
Los químicos, igual que la mayoría de las aguas residuales de Quito, terminan en los ríos y después en el mar: río Machángara, cerca de Guápulo. – FOTO: Romano Paganini
A partir de mañana se van a aflojar algunas medidas de aislamiento, tomadas por el gobierno nacional. Pero para Quito, que extendió la cuarentena hasta el 31 de mayo, no va a cambiar mucho. Si durante las próximas semanas se realizará ajustes en las políticas de fumigación no se dejó verificar. Yolanda Caete dice de que el EMASEO sigue a las indicaciones del COE Metropolitano. Éste a la vez dice que la responsabilidad tiene la gerencia de EMASEO y EPMMOP. Y a pesar de haber insistido, tanto con el presidente del COE, César Díaz, como con las responsables de la área de comunicación del Distrito Metropolitano, hasta el cierre de esta edición no hemos recibido respuestas.
Queríamos saber, ¿cuál es la base científica para fumigar calles y plazas de forma masiva? ¿Y cual es la respuesta a los reproches de médicos y otros científicos respecto a la efectividad de dichas fumigaciones?
Según información del diario El Comercio las empresas Unilever de Inglaterra/Holanda y Holcim de Suiza proporcionan químicos y maquinarias para realizar el trabajo de fumigación, un dato que Yolanda Caete no confirmó. Ella dijo de que el hipoclorito de sodio —“lo que más se usa”—proviene de la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento de Quito, mientras que el amonio cuaternario viene del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias y el peróxido de hidrógeno del stock municipal. Sea como sea: con las fumigaciones masivas, que al parecer van a seguir en las próximas semanas, hay personas y empresas que ganan mucho dinero. Y a lo mejor son empresas del norte global, que se aprovechan de los miedos y temores de las y los habitantes del sur global como Ecuador. Sin que haya una respuesta contundente con explicaciones razonables acerca de estas fumigaciones, quedan solo las sospechas y el imaginario colectivo de que el Sars-Cov-2 es el demonio que justifica dichas medidas. Porque un pueblo que tiene miedo se deja fumigar con cualquier cosa.
*Por cuestiones de seguridad, tanto laboral como física, mantenemos el anonimato de esta persona.
Texto: Johannes Waldmüller y Romano Paganini
Colaboración: Emilio Bermeo
Ilustración: IDEM
+ + + Trabajo colaborativo entre La Línea de Fuego, Acapana, Radio Periférik y mutantia.ch + + +