Soberanía Alimentaria, Renta Básica Universal o Sistemas de Cuidado a nivel local y nacional: estas son tres de las nueve propuestas de l@s creador@s del Pacto Ecosocial del Sur. La iniciativa, gestionada por cientos de personas y organizaciones sociales en toda América Latina, propone cambios profundos para llegar a una justicia social y ambiental. mutantia.ch se suma a la iniciativa. Y a partir del 21 de noviembre empezamos con cápsulas informativas, donde profundizamos las ideas de cada una de las propuestas.
18 de noviembre de 2020, Quito. – El Covid-19 ha vuelto difícil ignorar las enormes desigualdades sociales y económicas, así como la destrucción ambiental en todo el mundo, en especial, en el sur global. En respuesta, investigadores y movimientos sociales alrededor de toda América Latina han decidido unir fuerzas para demandar cambios sistémicos reales y colaborar en su gestación a través del Pacto Ecosocial del Sur.
Más de dos mil ochocientos expertos desde México a Argentina ya se han adherido al Pacto; en esta lista, se incluyen abogados, economistas, ambientalistas, líderes de comunidades indígenas y afrodescendientes y otros activistas. El acuerdo enumera nueve alternativas de propuestas de políticas dirigidas a comunidades, gobiernos locales e instituciones públicas con el fin de alcanzar la justicia social y ambiental en toda la región y “alterar el equilibrio de poder”.
“La crisis desnudada por la pandemia ha potenciado las desigualdades y muestra que nuestro futuro está en juego”, manifiesta el documento en línea. “Retomando propuestas elaboradas colectivamente en distintos contextos, proponemos un Pacto Social, Ecológico, Económico e Intercultural para América Latina”. Este incluye varias iniciativas, entre otras: construir economías y sociedades posextractivistas, priorizar la soberanía alimentaria, los sistemas de salud y sociedades autónomas locales, y redefinir las redes de comunicación locales para proveer alternativas reales a los medios corporativos dominantes.
También contempla propuestas que inevitablemente requerirán de la participación de gobiernos e instituciones, tales como la anulación de la deuda externa, el aseguramiento de una Renta Básica Universal y la renegociación de los términos de intercambio para crear una integración internacional más soberana. “Estamos levantando nuestras voces desde el sur, no solo con reclamos, sino también con propuestas alternativas”, dice Alberto Acosta, economista y uno de los autores del Pacto Ecosocial del Ecuador. “Tal vez no todas las propuestas sean tan transformadoras o revolucionarias, pero son ideas viables que apuntan también a sueños posibles”, afirma en una entrevista para la plataforma Mongabay*.
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Las nueve propuestas del Pacto EcoSocial del Sur
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Priorizar la Soberanía Alimentaria
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Anulación de las Deudas Externas de los Estados, y construcción de nueva arquitectura financiera global
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Una Renta Básica Universal
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Creación de sistemas nacionales y locales de cuidado
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Construcción de economías y sociedades postextractivistas
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Recuperar y fortalecer espacios de información y comunicación desde la sociedad
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Autonomía y sostenibilidad de las sociedades locales
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Transformación Tributaria Solidaria
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Por una integración regional y mundial soberana
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En julio, la Organización de las Naciones Unidas advirtió que la pandemia tendría “impactos sin precedentes” en América Latina y el Caribe. Durante semanas, cinco de los 10 países con las tasas de transmisión más altas a nivel mundial se encontraban en América Latina (Argentina, Brasil, Colombia, México y Perú), según el monitoreo realizado por Johns Hopkins. La Organización Mundial del Trabajo estima que el número de desempleados en la región podría alcanzar una cima histórica de 41 millones este año, un alza evidente con relación a la cifra de 26 millones del 2019. Otro informe de las Naciones Unidas advirtió que el incremento en el desempleo y la precariedad laboral en América Latina y el Caribe podrían llevar a más de 83 millones de personas en la región a una situación de extrema pobreza, lo cual provocaría un aumento significativo de la hambruna.
Otros estudios muestran un fuerte incremento de la deforestación a nivel mundial, incluida la de los bosques lluviosos de la Amazonía a consecuencia de la continuidad de la tala forestal y la minería en tiempos de confinamiento. “No estamos interesados en parchar este sistema, sino en cambiarlo”, afirma Acosta.
Mariluz Nova Laverde, profesora de economía de la Universidad de la Salle en Bogotá, Colombia, cuenta que ella firmó el Pacto porque sus principios se alinean con su trabajo de apoyar a comunidades y modos alternativos de desarrollo.
Autonomía, sostenibilidad y cuidado como principios de vida: una campesina en el Quilotoa, Ecuador, junto a unas ovejas. – FOTO: Alejandro Ramírez Anderson
Uno de los puntos más importantes contenidos en el acuerdo regional, cuenta Nova Laverde, es priorizar la Soberanía Alimentaria. Colombia tiene una de las tasas más altas en la desigualdad del reparto de la tierra a nivel mundial, y más de la mitad de su población rural vive en condiciones de pobreza. Esta fue una de las principales razones que desató la guerra interna hace más de 50 años, guerra que aún continúa pese a los procesos actuales de paz. Durante la pandemia, la falta de acceso a la tierra y a la posibilidad de cultivar comida ha provocado que se extienda el hambre, tanto en las comunidades rurales, indígenas y afrodescendientes, como en los sectores urbanos pobres de todo el país.
“Es necesario reexaminar nuestros estilos de vida y modelo de desarrollo actuales, así como nuestras formas de participar en el mercado mundial, mismas que nos han llevado a perder nuestra soberanía alimentaria”, afirma Nova Laverde en una entrevista telefónica con Mongabay desde Bogotá. “Es momento de que los hacedores de política se alejen de una economía dependiente del petróleo, la minería y la agricultura industrial, que restringen el acceso a la tierra a las comunidades locales, y en lugar de ello, promuevan la agricultura comunitaria y autonomía local”, agrega.
Una dinámica similar de concentración de la tierra que amenaza el sustento de las comunidades locales persiste en toda América Latina. Pero Alberto Acosta expresa su preocupación de que gobiernos y élites empresariales en todo el mundo estén haciendo todo lo posible por regresar la economía a su estado anterior a la pandemia, en lugar de considerar nuevas políticas transformadoras.
Los movimientos políticos y sociales en Estados Unidos y Europa también han presionado para que sucedan cambios sociales y ambientales más holísticos a nivel mundial y sus ideas se asemejan a algunas de las propuestas incluidas en el Pacto.
En Ecuador, esto ha significado redoblar la apuesta por el sector extractivo, según Acosta. Durante la pandemia, la Asamblea aprobó varias leyes nuevas para atraer inversiones tanto nacionales como extranjeras hacia los sectores de la minería y las industrias palmicultoras, con el fin de estimular la economía. Esto, a pesar de la contaminación, la destrucción ambiental y el desplazamiento de comunidades, que frecuentemente acompañan a estas industrias en el país.
Como señala el Pacto Ecosocial del Sur, varias instituciones tradicionales han propuesto ya ideas alternativas que en el pasado habrían sido consideradas extremas e inviables. Este cambio es una razón para albergar optimismo. Las Naciones Unidas hicieron un llamado a anular cerca de 1 billón de dólares estadounidenses en deuda a nivel mundial; la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) propuso implementar una Renta Básica Universal; y el Fondo Monetario Internacional (FMI) sugirió a los gobiernos introducir un impuesto a la riqueza y, a mediados de este año, hizo un llamado a los inversionistas en acciones a prestar más atención al cambio climático. Los movimientos políticos y sociales en Estados Unidos y Europa también han presionado para que sucedan cambios sociales y ambientales más holísticos a nivel mundial y sus ideas se asemejan a algunas de las propuestas incluidas en el Pacto.
Desde Honduras hasta Chile, desde Brasil hasta México: organizaciones y personas de doce países de toda América Latina se han unido a la iniciativa del Pacto EcoSocial. Finca agroecológica en Matanzas, Cuba. – FOTO: A. R. Anderson
Thea Riofrancos, profesora auxiliar de Ciencias Políticas de Providence College en Estados Unidos, ha sido defensora de la idea de un Nuevo Pacto Verde Global por mucho tiempo. Esta propuesta toma los principios contenidos en el Green New Deal de Estados Unidos –enfocados en la descarbonización rápida, la transición hacia energías renovables y la reducción de la desigualdad social y económica– pero presiona para su aplicación a una escala global. Para ello, busca cooperar con hacedores de política, movimientos sociales, sindicatos y comunidades alrededor del mundo, explica Riofrancos. “Creo que lo que [el Pacto] señala es que no podemos enfrentar la crisis climática desde un solo país, necesitamos formas de cooperación y cambios en los sistemas globales que perpetúan la desigualdad”, ya que estos son los mismos sistemas globales que perpetúan la crisis climática, explica.
Riofrancos, específicamente, analiza propuestas de política en el norte global dirigidas a la transición hacia energías renovables para combatir la crisis climática. Sin embargo, estos esfuerzos muy probablemente conducirán a una expansión de la minería, principalmente en el sur global, para la extracción de materiales como el cobre, litio, cobalto y níquel necesarios para construir estas nuevas tecnologías. “Importa bastante qué tipo de futuro bajo en carbón construimos”, dice Riofrancos, a lo que agrega que no es suficiente con simplemente remplazar las tecnologías actuales con energías renovables y consumir a los niveles normales; el norte global, como sociedad, debe encontrar maneras de ser menos intensivas en materiales.
Mariluz Nova Laverde, la profesora de economía de Colombia, menciona que el Pacto es una contribución necesaria para la discusión global sobre cómo enfrentar el cambio climático, ya que resalta las realidades complejas de las comunidades en el sur global y su vínculo con el territorio. “Esto ayuda a tener una perspectiva más amplia tanto de la crisis ecológica, que no solo involucra el cambio climático, como de las alternativas para sobrevivir en armonía con la naturaleza”, explica.
Alberto Acosta, el economista de Ecuador, menciona que los autores del Pacto continúan reuniéndose y discutiendo opciones más concretas de política, así como los siguientes pasos a seguir. Los diferentes países han lanzado los capítulos del documento a lo largo del mes de agosto, de manera que los signatarios puedan enfocarse en los procesos y políticas más relevantes de cada realidad nacional, explica.
*Este texto fue publicado en inglés el 27 de agosto de 2020 en Mongabay, una plataforma sin fines de lucro alojada en Estados Unidos.
Texto: Kimberley Brown
Traducción al español: Sofía Carpio León
Foto principal: Tejer la realidad Post-pandemia: una de las intenciones del Pacto EcoSocial es pensar en otras formas de convivencia, sea en términos económicos, sociales y ambientales. (Alejandro Ramirez Anderson)
Revisión y producción: Vicky Novillo Rameix & Romano Paganini
Redes digitales y web: María Caridad Villacís & Victoria Jaramillo