El temor a una posible infección con el nuevo corona-virus alertó también a las comunidades indígenas del Ecuador. Dirigentes hacen un llamado al Comité de Operaciones de Emergencia Nacional para que se les incluya en sus comisiones. Lo que está en juego es la sobrevivencia de pueblos y nacionalidades enteras.
29 de marzo de 2020, Quito. – La pandemia por la que atraviesa el planeta pone en riesgo a las nacionalidades y pueblos indígenas, también acá en el Ecuador. Las y los dirigentes conocen el peligro que implica el nuevo coronavirus (COVID-19) para las comunidades. Por lo tanto, la carta de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, emitida el jueves pasado y dirigida a Lenín Moreno como Presidente de la República, se asemeja a un llamado de emergencia: “Existen registros históricos de la especial vulnerabilidad de las poblaciones indígenas frente a las epidemias y esta no sería la excepción. Enfrentamos la posibilidad de altas tasas de mortalidad y morbilidad en estas poblaciones e incluso el riesgo de desaparición de los grupos que se mantienen en aislamiento voluntario en caso de que la pandemia alcance sus territorios. […] La gravedad se exacerba por la ausencia de medidas de contención adecuadas a las realidades geográficas y culturales de las comunidades, que consideren la movilidad entre y hacia los territorios”.
La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) se refiere al gobierno Central en Quito y a una falta de estrategias comunicacionales que sean “culturalmente adecuadas, en idiomas propios y por canales eficientes”. Muchas de las comunidades viven lejos de los centros urbanos y no tienen acceso a teléfonos fijos, internet, televisión o incluso electricidad. Una realidad que los Comités de Operaciones de Emergencia Nacional (COE), que están a cargo de coordinar el apoyo de parte del Estado, parecen desconocer. “Hasta ahora el gobierno no ha tenido ninguna conexión con las organizaciones indígenas”, dice el vocero de la Conaie, Apawki Castro. “Nosotros mismos hemos sacado los comunicados de prevención para las comunidades”.
“Hemos dispuesto que en los territorios donde haya guardia indígena se active y se establezca coordinación y cooperación con las fuerzas públicas”.
Apawki Castro, Conaie
Uno de los puntos claves que se repite en muchas partes del mundo, recalcan también las autoridades indígenas, es el no salir de sus comunidades. Y la mayoría de los comuneros, al menos en la Sierra y la Amazonia, cumplen los protocolos de seguridad establecidos. La Conaie dictaminó a nivel nacional suspender todos los eventos, reuniones, asambleas, fiestas, mingas y otras actividades que propicien la aglomeración de personas. Incluso en algunos lugares se prohibió la toma de la chicha de la misma cuenca, vaso o recipiente. Además, los líderes llamaron a que haya más control sobre quienes entran y salen de la comunidad.
Cerrar los territorios es un derecho de los indígenas
Durante los últimos días, varios comuneros en diferentes partes del país optaron por desinfectar a los vehículos que entran a las comunidades y a poner cercos, piedras, tierra o palos en las entradas a sus territorios. “Ante la falta de atención que hay por parte del gobierno ha tocado asumir las medidas necesarias desde cada comunidad, pueblo y nacionalidad”, dice Apawki Castro de la Conaie. “Hemos dispuesto que en los territorios donde haya guardia indígena se active y se establezca coordinación y cooperación con las fuerzas públicas”.
Chimborazo – Líderes de los gobiernos realizan las compras
“Como dirigentes provinciales decimos a las comunidades que procuren el cuidado y la higiene personal y que se evite la aglomeración de personas. Además, pedimos a los comuneros que no abandonen ni sus hogares y comunidades. Son los líderes de los gobiernos comunitarios que han salido a la ciudad para dotarse de alimentos. Así se abastece a las tiendas comunales para que las diferentes familias pueden adquirir alimentos como sal, azúcar o aceite, sin tener que salir de la comunidad. Afortunadamente la mayoría en las comunidades de Chimborazo tienen sus huertos familiares con granos para cosechar o granos guardados.
Actualmente nos estamos articulando con el Comité de Operaciones de Emergencia Nacional (COE), aunque la presencia del gobierno provincial no ha sido tan visible. Las autoridades indígenas están coordinando con el COE cantonal y el Ministerio de Salud Pública para que se desinfecte los puestos de salud que están dentro de las comunidades, ya que allí llegan atenderse niños y adultos mayores. Como siempre, los comuneros están al cuidado de los adultos mayores, pero por la situación actual están más alertas que en otros momentos. Además de haber suspendido las ferias están circulando carros con altavoces, informando acerca de los protocolos sobre personas que llegan de otros lugares—especialmente de la costa—y que se pidió que se comuniquen inmediatamente con el centro de salud. Así queremos prevenir cualquier contagio con el COVID-19”.
Carmen Tiupul, Confederación de Organizaciones y Movimientos Indígenas de Chimborazo
Foto: Comuneros de Cebadas, Chimborazo, desinfectando una moto. (Ecuarunari/Facebook)
El autoaislamiento, que se ve actualmente a lo largo del país, es un derecho de las 14 nacionalidades y 18 pueblos indígenas del Ecuador. En el Artículo 57, numeral 9 de la Constitución dice de que “se reconoce y garantizará a las comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas […] los derechos colectivos […] a conservar y desarrollar sus propias formas de convivencia y organización social, y de generación y ejercicio de la autoridad, en sus territorios legalmente reconocidos y tierras comunitarias de posesión ancestral”. En otras palabras, las comunidades tienen la posibilidad de cerrar sus fronteras territoriales, aunque no estén marcadas y vigiladas como en el caso del Estado Central. “Eso no significa que el Estado no puede ingresar”, explica la abogada Mariana Yumbay, “pero tiene que respetar a las autoridades territoriales de los respectivos pueblos y comunidades. No pueden ingresar así no más”.
Hasta aquí la teoría. La práctica demuestra que la Constitución del 2008, al considerar estos derechos, muchas veces es letra muerta. Un ejemplo por el desconocimiento de los derechos avalados en el más alto nivel fueron los intentos fracasados de Otto Sonnenholzner por querer entrar a aquellos territorios luego del Levantamiento Nacional de octubre 2019. “No he sabido que he tenido que pedir visa para recorrer el país como ecuatoriano”, dijo el vicepresidente de la república en ese entonces. Varias comunidades, especialmente en la Sierra, le impidieron el paso.
Para Mariana Yumbay, que forma parte de la comunidad indígena Vinchoa en la provincia Bolívar, falta comprensión y voluntad política para considerar estos derechos colectivos. “Las autoridades—sean ejecutivos, judiciales o administrativos—piensan que pueden entrar a estos territorios como si nada”, dice la especialista en litigios. “Por eso les choca ahora que las comunidades insistan en su derecho”.
Perú traduce medidas de seguridad en once idiomas
La Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica) advirtió dos semanas atrás sobre la vulnerabilidad de las comunidades indígenas frente al COVID-19. “Son 506 pueblos indígenas que estarían en inminente riesgo”, decía Robinson López a la revista digital Mongabay. El coordinador de cambio climático y biodiversidad de la COICA destacó que para las comunidades nativas “una pandemia de esta magnitud significaría una catástrofe de grandes proporciones”. También Amazon Watch y Amazon Frontlines, ambas organizaciones de derechos humanos, han manifestado su preocupación, pidiendo al gobierno de Lenin Moreno a que tome medidas especificas por la vulnerabilidad de los pueblos indigenas. Mientras que en Perú, como aporte a la protección de los pueblos indígenas, el Ministerio de Cultura aseguró la traducción de las medidas de seguridad a los once lenguas nativas del país y anunció la implementación de un sistema de información radial, igualmente en lenguas indígenas.
En cambio en Ecuador se sigue en la línea trazada por el vicepresidente: la línea del no reconocimiento. A la pregunta de un periodista respecto a medidas particulares para las comunidades indígenas la secretaria del COE Nacional, Alexandra Ocles, respondió la semana pasada en una rueda de prensa, de que no va haber diferenciación respecto a la seguridad y que a los pueblos y nacionalidades “les corresponde de cumplir” los protocolos emitidos. Emitidos en español.
Intentamos comunicarnos con el COE para conocer su posición frente a la carta de la Conaie, pero hasta el cierre de esta publicación no hemos recibido respuesta.
Pastaza – Sarayaku esta en doble emergencia
“Una inundación como vivimos mitades de marzo nunca ha pasado en Sarayaku, al menos no en mis más que cuarenta años que vivo acá. Ni mi padre se acuerda de algo parecido. Igual, tuvimos suerte que el río empezó a crecer por la mañana, así la gente tenía tiempo para evacuar y nadie fue lastimado.
Desde el principio de la emergencia presionamos al gobierno, también por la otra crisis, la del coronavirus. Pero la ayuda de parte del Estado está llegando lento. Recién ayer aterrizó un helicóptero en Sarayaku, entregando 115 kits de comida, colchones y otros materiales. La inundación afectó a más que cien familias; un setenta por ciento de ellas perdieron sus casas y las otras están en muy malas condiciones. Además, el agua del río Bobonaza devastó los criaderos de pollo, las pisciculturas y las chacras, donde principalmente trabajaban las mujeres. Los 115 kits de comida nos ayudan para comer durante dos o tres días, pero la situación alimentaria es crítica.
Podemos contar con el apoyo de los comuneros que no fueron afectados, más la ayuda internacional. De ahí hemos recibido víveres y herramientas de trabajo. En mingas estamos armando casas provisionales para las familias afectadas con materiales del lugar, o sea caña de guadua y hojas del bosque. Después vamos armar sistemas de agua y caminos; y más adelante, cuando salgamos de la emergencia, vamos a ver lugares en la zona para planificar las casas nuevas en lugares seguros. Ademas hemos desarrollado un plan de emergencia por el corona-virus. Por ejemplo se permite solo transportar cosas de emergencia. También nuestros sabios estan elaborando medicina natural, juntos a estudiantes y miembros de cada familia.”
Daniel Santi, comunidad de Sarayaku
Foto: Perdieron más que cien casas: comuneros del pueblo Sarayaku, unos dias después la inundación.
(Sarayaku-Defensores-de-la-selva/Facebook)
El temor de las comunidades indígenas de infectarse con el COVID-19 tiene sus raíces en la historia colonial del continente. El mayor enemigo no fueron las espadas de los conquistadores europeos, sino las enfermedades desconocidas, provenientes del otro lado del Atlántico. El sistema inmunológico de los habitantes de Abya Yala (América) no estaba preparado, entonces no podía defenderse frente a nuevos virus y bacterias. Se estima que solo en el siglo XV, el noventa por ciento de la población indígena de América fue eliminada por enfermedades como la gripe, la viruela o el sarampión. Y la vulnerabilidad de los pueblos—en particular los que permanecen en aislamiento voluntario—sigue vigente, como la Conaie recalca en su carta a Lenín Moreno. “Al tener menor diversidad genética, son más susceptibles a cualquier enfermedad”.
Cabe destacar los otros factores, que influyen en la salud de los pueblos indígenas: la falta de acceso al sistema de salud pública, la falta de comida, niveles altos de mortalidad materna e infantil o las tasas elevadas de enfermedades infecciosas como el paludismo, tuberculosis o VIH (virus de la inmunodeficiencia humana). Además, así dice en la página de la ONU, más del 50 % de los indígenas mayores de 35 años padece diabetes tipo 2. Y la diabetes es uno de los cuadros de salud que propicia el avance del COVID-19.
“Si el contagio con el coronavirus llega al territorio indígena, sería un exterminio de la población indígena de la cuenca del Amazonas”, dice Marlon Vargas, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae). Hablamos de 11 nacionalidades con más de 500.000 personas indígenas. La Confeniae decidió ya la semana pasada de no dejar entrar a turistas a sus territorios, cerrar sus fronteras y aislarse en las comunidades. También exigieron que todas las empresas petroleras, mineras, hidroeléctricas y madereras que operan en la selva dejen de rotar su personal y de traer gente de las ciudades, y que suspendan todas las actividades cerca de las comunidades. Mientras las grandes compañías mineros suspendieron partes de su producción, el sector petrolero sigue. Observadores en situ incluso cuentan de que las empresas siguen trayendo trabajadores de otras provincias.
Un imagen que se esta repitiendo a lo largo del Ecuador: pobladores de la comunidad Salasaca en la provincia de Tungurahua, bloqueando unas de las entradas. – FOTO: Ecuarunari/Facebook
Una de los pocas personas de comunidades indígenas amazónicas que se quedaron en la ciudad es Nemonte Nenquimo. La lideresa del Consejo Coordinador de la Nacionalidad Waorani de Ecuador Pastaza se percató de toda la gente con la que habló durante las últimas semanas y todos abrazos y besos que recibió en sus mejillas. Como posible huésped silencioso del COVID-19 hubiese sido demasiado riesgoso si ella también hubiese vuelto a su comunidad. “Todavía no hemos escuchado ningún caso en las comunidades, por eso es mejor cuidarlas y protegerlas”, dijo Nemonte Nenquimo a Al Jazeera. “Por el momento nadie puede entrar o salir de los territorios”. Ella está muy preocupada por las poblaciones de ancianos, que son muy importantes para las comunidades y el mantenimiento de su cultura. “Este es un virus que está matando a los ancianos de todo el mundo, y eso me preocupa”, dice Nemonte Nenquimo. “Para nosotros, nuestros ancianos son los sabios, las autoridades, los que nos guían”.
Centros de acopio de comida
Para que mejore la coordinación entre el Gobierno Central y las organizaciones de base—sea indígena o no—, la Conaie exhorta a que el COE Nacional establezca “de manera INMEDIATA” una mesa técnica. “Pedimos a los COE que nos integren en sus comisiones para precautelar la salud de todos los ciudadanos en todo el país”, dice Apawki Castro de la Conaie.
Mientras tanto—ya que no hubo respuesta de parte del gobierno para comprar la producción agrícola a los pequeños campesinos—las organizaciones indígenas tratan de contrarrestar la crisis con las herramientas y recursos que tienen. En Machachi, al sur de Quito, por ejemplo, se instaló un centro de acopio de comida para los comuneros que han migrado a las ciudades y que no tienen ingreso. Según la Conaie este modelo, en donde los comuneros que viven en el campo abastezcan sus hermanos en las ciudades, se está replicando en otras provincias del país. Así también en comunidades del norte del país, sus comuneros tratan de prevenir el ingreso del COVID-19 preparando desinfectantes, gel antibacterial y mascarillas caseras a base de plantas como marco, ruda y eucalipto.
Texto: Patricia Yallico, Kimberley Brown (Al Jazeera) y Romano Paganini
Colaboración: Emilio Bermeo
Foto principal: Inundados y a la vez vulnerables frente a la pandemia por el COVID-19: el pueblo Sarayaku, en la provincia de Pastaza, está expuesto a varios peligros. Por las fuertes lluvias a mediados de marzo el río Bobonaza se elevó varios metros y no solamente destruyó el puente que unía al pueblo, sino también llenó las casas con lodo y barro. (Sarayaku-Defensores-de-la-selva/Facebook)
+ + + Trabajo colaborativo entre La Linea de Fuego, Acapana,
Radio Periférik, Cooperativa Audiovisual CoopDocs y mutantia.ch + + +