¿Por qué los mestizos no aprenden nuestros lenguajes? 

 

“Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel. La gente aprende a odiar.
También se le puede enseñar amar. El amor llega más naturalmente al corazón humano que lo contrario”

Nelson Mandela (1918-2013),
luchador por la independencia de Sudáfrica
y posteriormente su presidente (1994-1999) 

 

Las y los indígenas aprenden español para poder comunicarse con las personas mestizas citadinas. En cambio, éstas no tienen la necesidad de aprender kichwa ni shuar. ¿No es deber del gobierno de un Estado Plurinacional incentivar el uso y la conservación de estos idiomas? Reflexiones de una mujer Shuar que estudia los alcances y los límites de la interculturalidad en el Ecuador hace más de treinta años.    

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Lucia Mejeant* nos mandó un correo en respuesta a la publicación de la semana pasada: Lo que el paro reveló sobre el racismo en el Ecuador, de las antropólogas Marisol Rodríguez Pérez e Ivette Vallejo Real. 

Lucia Mejeant nació en la parroquia Chiguaza en la provincia de Morona Santiago, y dice que su mirada interna, como Shuar, sobre el racismo es muy diferente. “Porque viéndolo desde los pueblos y nacionalidades indígenas es otra realidad”. El ensayo a continuación es una perspectiva desde los territorios, que se han tenido que adaptar al poder de la clase dominante de los grandes centros urbanos.

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27 de julio de 2022, Quito. – El discurso de odio difundido por una élite “blanca–mestiza” solo mira su propio cuerpo y no mira al otro. Se convence de que el color de su piel lo hace mejor que la otra persona, la que vino del páramo, de la selva amazónica, la que también habita la misma ciudad y sale a reclamar sus derechos al gobierno, por no ser atendida de manera oportuna.

Los discursos políticos de odio nos han llevado a que se practiquen actos discriminatorios con más frecuencia. A mi juicio, el racismo de estas personas consiste en pretender que sus enunciados son más democráticos y respetables que los de los indígenas. Desconociendo la situación real del pueblo, a través de la deslegitimación de los reclamos que se hicieron durante el paro nacional de junio de 2022. El paro fue un medio y una plataforma de lucha para exigir nuestros derechos, de otro modo no nos escuchan. 

Mientras nosotros como pueblos y nacionalidades, reclamábamos nuestros derechos como cualquier ciudadano del mundo; la gente de los barrios privilegiados nos miraba despectivamente, propinándonos términos como: “indios”. Además de otros discursos repudiables como: “solo sirven para empleadas domésticas”, “que regresen al páramo de donde vinieron”, “qué se han creído”, por poner unos ejemplos. 

Este discurso de odio, hacia la población perteneciente a pueblos y nacionalidades indígenas que se movilizó hacia Quito, solo permitió mirar cómo somos, cómo nos tratamos entre ecuatorianos. Aparentemente para ellos resulta una amenaza que pisemos la capital. Que presentemos al gobierno un pliego de 10 demandas que consideramos necesarias para el desarrollo y fortalecimiento de nuestras comunidades. Lo que hacemos es cuestionar el modelo de desarrollo extractivo de petróleo y minero que afecta directamente a nuestra población.

Hay que cambiar el chip de que “somos mestizos de sangre azul”, escribe Lucía Mejeant en su ensayo: reunión de antropólogos y etnógrafos con científicos ancestrales de comunidades Shuar y Achuar en la comunidad Sevilla Don Bosco, provincia Morona Santiago, en el año 2019.

El problema del racismo está enraizado en nuestra estructura de convivencia. Primero, se debe cambiar la mentalidad racista, y por lo tanto cambiar el chip que tenemos en la cabeza, de que “somos mestizos de sangre azul”. Si no lo hacemos, jamás nos aceptaremos como somos. Es necesario volver a mirar quienes fueron nuestros abuelos. ¿Qué impide que nos aceptemos? ¿Por qué mirar a otra persona desde una tarima hacia abajo por su condición social? 

Si nos aceptamos y nos respetamos mutuamente como personas, estaremos practicando la interculturalidad. Solo así estaríamos caminando hacia una sociedad intercultural, partiendo desde la educación porque ahí empieza la formación del ser humano. 

 

La interculturalidad: ¿una calle de dos vías?  

En un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de la ONU del 2018 dice: “En la educación, los estudios demuestran que existen grandes brechas de desigualdad. En la mayoría de los países, la población comprendida entre 18 y 24 años que no estudia, está fuera del mercado laboral. En Ecuador 42.2 % de las mujeres jóvenes no estudian. De este porcentaje, las mujeres indígenas y afroecuatorianas sufren de mayor carencia educativa y de falta de oportunidades laborales”.

Esos datos coinciden con mi experiencia de trabajo, de treinta años, en la educación intercultural. En el Ministerio de Educación se habla, desde 1988, de la “Educación Bilingüe y Educación Hispana”. Entonces, en teoría, yo como indígena podría acceder a una “Educación Bilingüe”. Podría elegir en qué sistema de educación quisiera estudiar. Tendría el derecho de educarme en mi propio idioma. Pero la sociedad occidental asume que, al haber dos sistemas educativos en el país, como indígena obligatoriamente debería estudiar en la educación bilingüe y el mestizo en la educación hispana. En este contexto quisiera citar al Artículo 2 de la Constitución de la República del Ecuador, del año 2008:  

 

“El castellano es el idioma oficial del Ecuador; el castellano, el kichwa y el shuar
son idiomas oficiales de relación intercultural. Los demás idiomas ancestrales son de uso oficial
para los pueblos indígenas en las zonas donde habitan y en los términos que fija la ley.
El Estado respetará y estimulará su conservación y uso.” 

 

Ahora bien, nosotros los indígenas, durante nuestro proceso educativo hemos construido y practicado la interculturalidad, aprendiendo y hablando el idioma castellano y las costumbres de la sociedad occidental. Mientras que las personas mestizas, no han aprendido nuestro idioma. Y eso a pesar de que el Estado es plurinacional e intercultural.

No es suficiente que el gobierno entregue instituciones para las y los indígenas y que haya implementado políticas para la traducción de la señalización en letreros de información pública, o en libros. Hasta hoy, 14 años después de la implementación de la nueva Constitución y 34 años después de la declaratoria del Ministerio de Educación, no se ha podido materializar una verdadera ruptura de las brechas comunicacionales. 

¿Por qué nos imponen que seamos iguales a la otra cultura?, pregunta la mujer Shuar que nació en la provincia Morona Santiago en su texto: miembros de comunidades Shuar y Achuar durante un encuentro con científicos del occidente en la comunidad Sevilla Don Bosco, en el año 2019.

El gobierno debe implementar políticas que permitan la convivencia de la sociedad, sin necesidad de irrumpir en su derecho a la libre determinación y comunicación. ¿Por qué nos imponen que seamos iguales a la otra cultura?

Esto se evidencia  con los requisitos para el ingreso de los jóvenes indígenas a las universidades. Los exámenes son estandarizados y en idioma español. De esta manera se desconoce el idioma materno de las y los que vienen desde los territorios. El gobierno no respeta el dominio de la lengua materna. Para que las y los jóvenes pertenecientes a pueblos y nacionalidades puedan ingresar a las universidades, deberían permitir que los exámenes también se den en su lengua materna o por lo menos: 50% en lengua materna y 50% en español.

No olvidemos que no solamente nuestras lenguas están amenazadas, sino también nuestras culturas. Por ejemplo: algunos jóvenes indígenas ya no quieren ponerse su traje para no ser discriminados. Es momento de que seamos libres y estemos orgullosos de nuestras raíces.

 

“Las lideresas y líderes indígenas se han olvidado de su gente de la base.
Es urgente capacitar a la población indígena mediante talleres
en algunos temas relevantes a sus derechos”.

 

Además, en las universidades no tienen políticas claras para insertar la enseñanza de uno o más idiomas ancestrales del país. Es más: si usted pregunta en la calle: ¿cuántos idiomas existen en el Ecuador?, tal vez de manera despectiva recibiría la respuesta: los indígenas hablan kichwa. Pero en realidad existen 14 nacionalidades y 18 pueblos, con 14 lenguas: Kichwa, Shuar, Achuar, Chachi, Epera, Huaorani, Siona, Andoas, Shiwiar, Secoya, Awa, Tsachila, Cofán y Zápara.

Cabe mencionar que en la actualidad es muy evidente que los jóvenes han desarrollado áreas de libertad de expresión que antes les eran privadas. Para impulsar esta realidad es necesario que el gobierno recuerde la importancia que ésta población tiene para hacer grandes cambios.

Para combatir el racismo, la discriminación, la xenofobia y la intolerancia a la que nos enfrentamos los pueblos y nacionalidades indígenas, el gobierno tiene mucho trabajo que hacer. Parecería que a la sociedad todavía le cuesta aceptar que somos seres humanos con derechos. No basta con contar con entidades publicas de los pueblos indígenas, para terminar con la discriminación. Si como ciudadanos no cambiamos la mentalidad de que los mestizos son de la ciudad y, ellos -los indígenas-, son del páramo y de la selva amazónica, no vamos a cambiar nuestra cultura racista. Cabe mencionar el artículo 11, numeral 2, de nuestra Constitución: 

“Todas las personas son iguales y gozaran de los mismos derechos, deberes y oportunidades. Nadie podrá ser discriminado por razones de etnia, lugar de nacimiento, edad, sexo, identidad de género, identidad cultural, estado civil, idioma, religión, ideología, filiación política, pasado judicial, condición socio-económica, condición migratoria, orientación sexual, estado de salud, … (…) La Ley sancionará toda forma de discriminación”. 

Entonces, mi pregunta es: ¿cuándo se va a aplicar este artículo contra el racismo? 

 

“Nosotros sabemos que es el Buen Vivir”

Los pueblos y nacionalidades, desde las bases, todavía no se han empoderado a través del uso de las leyes que nos benefician como ciudadanos. Exigimos que las leyes generadas por la Asamblea Nacional sean interpretadas en las 14 lenguas indígenas. Las lideresas y líderes indígenas se han olvidado de su gente de la base. Es urgente capacitar a la población indígena mediante talleres en algunos temas relevantes a sus derechos.

Es momento de que, a través del gobierno central y local, realicen convenios interinstitucionales. Por ejemplo con Naciones Unidas, una entidad fundada principalmente para combatir la discriminación en el mundo. Los pueblos y nacionalidades indígenas tenemos que conocer nuestros derechos para poder ejercerlos a plenitud y ser escuchados en nuestro idioma. 

 

“Es necesario preguntar hacia las personas que son parte del Estado Central:
¿Qué entienden por el Buen Vivir? ¿Acaso el concepto del Buen Vivir
es tener una buena casa o un buen automóvil?”

 

Frente a los actuales escenarios que estamos viviendo, es indispensable capacitar a la sociedad en general, para un “Penker Pujustin”, “Sumak Kawsay”, “El Buen Vivir”, que incluye el acceso a comida, agua, un medioambiente sano, comunicación, educación, vivienda y salud.  Nosotros, los pueblos y nacionalidades indígenas, sabemos que es el Buen Vivir. Es necesario preguntar hacia las personas que son parte del Estado Central: ¿Qué entienden por el Buen Vivir? ¿Acaso el concepto del Buen Vivir es tener una buena casa o un buen automóvil?

El gobierno debe realizar grandes esfuerzos para cumplir y hacer cumplir lo que dice la Constitución, las leyes e instrumentos internacionales contra la discriminación y emitir políticas que protejan nuestros derechos. Además debe  implementar planes, programas y proyectos para desterrar la discriminación racial contra nosotros los pueblos y nacionalidades indígenas del Ecuador. Solo así realmente habrá una sociedad intercultural.

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*Lucia Mejeant (Chiguaza, 1966) nació y se crió en la provincia de Morona Santiago. Por sus estudios universitarios emigró de joven a Quito, donde trabajó entre 1989 y 2019 en el Sistema de Educación Intercultural Bilingüe. Es profesora de Educación Primaria, licenciada en Pedagogía Intercultural de la Universidad Politécnica Salesiana. Además, se especializó en Gerencia Educativa en la Universidad Andina Simón Bolívar y es ex becaria, egresada y alumna del Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa William J. Perry de Washington de EE.UU.

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Fotos: Ramiro Aguilar Villamarín/Archivo 2019

Infografías: María Caridad Villacís 

Edición y producción: Martu Lasso & Romano Paganini

Web y Redes Digitales: María Caridad Villacís & Victoria Jaramillo