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La relación entre humanos, los virus y otros seres vivos
Sobre el nuevo coronavirus y su comportamiento en el organismo del humano todavĆa se sabe poco. Lo que sĆ se sabe es que los virus son parte de la vida en el planeta Tierra. Nuestros propios cuerpos estĆ”n llenos de ellos. Lo que nos protege es nuestro sistema inmunológico. Y la fortaleza de este sistema no depende Ćŗnicamente de cómo nos cuidamos a nosotros mismos, sino a la Tierra como organismo vivo.
31 de marzo de 2020, Quito. – En estas semanas circularon fotos de cisnes blancos y delfines, disfrutando el agua cristalina de los canales de Venecia. Normalmente el lugar estĆ” desbordado por turistas que llegan en avión, tren o carro y que convierten la ciudad del norte de Italia en un ambiente en el que estos animales no pueden vivir. AsĆ fue el mensaje en la publicación que se compartió cientos de miles de veces en las redes. Y por mĆ”s que es cierto que la desactividad humana provocada por el nuevo coronavirus permite a otros seres recuperar sus hĆ”bitats, la noticia de Venecia era falsa. Las fotos de los cisnes fueron tomadas en la isla Burano a siete kilómetros de Venecia y los delfines solo se ven mĆ”s al sur del paĆs.
Claro, son molestos estos fake news. AĆŗn mĆ”s ahora, que millones de personas estĆ”n en sus casas, dependiendo como nunca de la información que llega a travĆ©s de los medios de comunicación. Sin embargo, el ejemplo de Venecia demuestra la necesidad de escuchar, ver y reproducir una buena noticia. Por el momento no interesan Ronaldo, Shakira o l@s polĆtic@s que prometen un futuro que nunca llega (aunque algunos prefieren reproducir aquellos contenidos). Lo que interesa es un ambiente no contaminado como aspecto positivo de la pandemia. Y eso no es casual. Porque el ambiente es el primer factor que influye en nuestra salud y buen vivir.
La Tierra nos da de respirar y de comer
Puede sonar abstracto, pero nuestro ambiente es el planeta Tierra. Es el organismo primordial que permite nuestras vidas. Es ella quien nos provee el aire para respirar, el agua para beber y la tierra para sembrar alimentos. Si no la cuidamos no vamos a poder vivirāasĆ de simple. Sin embargo, durante los Ćŗltimos doscientos aƱosāpero sobre todo a partir de la revolución industrial a mitades del siglo XIXāactuamos cada vez mĆ”s en contra de la Tierra. Hemos convertido nuestro ambiente en una fuente aparentemente inagotable para alimentar una mĆ”quina productiva sin antecedentes. Hemos explotado y maltratado al planeta como si no hubiese maƱana. Contaminamos sus rĆos y mares, deforestamos sus bosques y manglares, y sin darnos cuenta hemos empezado a contaminarnos a nosotros mismos. Hoy en dĆa respiramos aire, comemos comida y bebemos agua con metales pesados, quĆmicos tóxicos u otros elementos que daƱan nuestro organismo.
AdemÔs estÔ la contaminación mental y social. Estamos inmersos en un sistema de convivencia con otros humanos que fomenta la competencia, la violencia y la exclusión. Vivimos estresados para poder pagar la comida, el transporte, las cuentas de luz y agua, nuestra educación o la de nuestr@s niñ@s. Vivimos temerosos de lo que viene mañana y sumisos respecto a lo que nos dictan jefes o presidentes. Algunos nos llenamos con programas de televisión chatarra y memes nefastos. Y ademÔs reproducimos creencias ajenas, sin cuestionar si estas imÔgenes y miradas colaboran en el cuidado de nuestro ambiente.
De un ambiente equilibrado depende nuestra salud
La lista de cómo el ambiente influye en nuestra existencia se podrĆa ampliar, pero no es el objetivo de esta publicación. Solo querĆamos contextualizar la situación actual y el pĆ”nico colectivo por la enfermedad COVID-19, que parece mĆ”s contagioso que cualquier otra pandemia. No olvidemos de comparar las precauciones actuales con nuestra vida cotidiana pre-coronavirus. AhĆ estĆ”bamos expuestos diariamente a muchos factores que debilitan nuestro sistema inmune y que por lo tanto facilitan que los virusāno solamente al nuevo corona-virusāentren a nuestros cuerpos y que nos lleven a lo que conocemos como enfermedad.
Tenemos que estar atentos a los datos sobre el COVID-19 y tratar de que no se propague, por supuesto. Como demostraron las últimas semanas, son pocos los sistemas de salud que estÔn preparados para las complicaciones de una pandemia. Pero aún mÔs atentos tenemos que estar al ambiente que estamos habitando y cultivando. Porque de un ambiente equilibrado depende nuestra salud y buen vivir. Es la Tierra que determina si nosotros logramos convivir con cierto virus o si seremos presa fÔcil por cualquier patogenicidad.
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Los virus (y el SARS-CoV-2)
Un virus es material genĆ©tico inerte que requiere de la infraestructura de una cĆ©lula viva o un huĆ©sped para reproducirse. Por lo tanto la mayorĆa de los virológos no lo consideran como ser vivo sino como una molĆ©cula de Ć”cido nucleico rodeada de proteĆna que se reproduce dentro de determinado organismo: sea planta, hongo, animal o humano. Como todos los organismos, tambiĆ©n nosotros somos huĆ©spedes de varios virus en nuestros cuerpos. El herpesvirus, por ejemplo, es un virus silencioso que se encuentra en la mayorĆa de los humanos por haberse contagiado, sin que se manifieste, hasta que debido a una baja de defensas puede activarse y generar enfermedad. Que un virus se acople y se reproduzca depende de los receptores de cada cĆ©lula, en otras palabras: depende de la estructura genĆ©tica de cada persona. Una vez dentro de la primera cĆ©lula (que se llama cĆ©lula anfitriona), el virus se nutre de su metabolismo, se reproduce e infecta a otras cĆ©lulas.
El virus que causó la pandemia actual pertenece a la familia de los coronavirus. Estos fueron identificados en la dĆ©cada de los aƱos 60, y son tan comunes en el ambiente, que algunos producen las llamadas āgripes estacionalesā. Se llama coronavirus (los CoVs) por su apariencia que se asemeja a unas coronas. La enfermedad en si se llama COVID-19 y se debe a las letras en inglĆ©s COrona VIrus Disease, el 19 es por el aƱo de brote. El virus, que se encuentra tanto en los mamĆferos como en las aves, es una mutación del SARS (sĆndrome respiratorio agudo grave, en espaƱol), que causó en 2003 una epidemia dentro de China. Por lo tanto el nombre cientĆfico del virus es SARS-COV-2.
Al tratarse de un virus nuevo no existe mucha información cientĆfica que aborde la totalidad de su naturaleza. El factor a considerar es que, de acuerdo con el Instituto de Salud Global Barcelona, los registros de la Organización Mundial de Salud sugieren que cada persona contagiada puede contagiar de 2 a 3 mĆ”s. El virus en sĆ, desde su detección en noviembre 2019 en la ciudad china de Wuhan, ha mutado relativamente poco.
AdemĆ”s se ha encontrado que los genomas del SARS-CoV-2 son similares en un 88% a los genomas presentes en los murciĆ©lagos. Algunas referencias aclaran que el contagio del nuevo coronavirus fue de murciĆ©lago a pangolĆn (un animal exótico, muy traficado por sus caracterĆsticas fĆsicas y consumido en platillos de gastronomĆa china) y posteriormente a humanos.
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El huƩsped (y los huƩspedes del SARS-CoV-2)
Cabe destacar que ningĆŗn virus estĆ” interesado en que mueran todos sus huĆ©spedes, porque eso significarĆa tambiĆ©n la extinción del virus. Otro dato importante para recalcar es el hecho de que aproximadamente veinte por ciento de una población estĆ” inmune a determinados virus. La Ćŗnica defensa efectiva en contra de los virus es el sistema inmune del huĆ©sped. La fortaleza de este sistema depende por un lado de la estructura genĆ©tica, por otro de las condiciones de vida de la persona: su alimentación, actividad fĆsica, hĆ”bitos de respiración, vĆnculos sociales, trabajo, sentimientos, posibilidades de descanso y ambiente donde habita. Por ejemplo, una persona que estĆ” estresada, no sólo tiene un ritmo cardĆaco elevado sino que produce tambiĆ©n mĆ”s cortisol y adrenalina. Estas hormonas a largo plazo aumentan el azĆŗcar en la sangre y por lo tanto pueden provocar cuadros de diabetes u otras enfermedades crónicas, y facilitan que el virus se pueda tornar peligroso.
Parte fundamental del sistema inmune son los anticuerpos, proteĆnas producidas por determinados glóbulos blancos de la sangre, que tienen una estructura, que permite que se acoplen con el virus, neutralizĆ”ndolo como si fuera una llave que combina con la cerradura. Es como una guardia que repele cualquier patógeno, pero demoran alrededor de 15 dĆas en producirse. Por eso nos puede dar un malestar como el de la gripe o peor, pero despuĆ©s de unos dĆas o semanas ya nos recuperamos: gracias a estos guardianes. Una vez fabricados los anticuerpos especĆficos contra un determinado virus, no nos enfermaremos mĆ”s de esta enfermedad.
Esto es distinto con el SARS-CoV-2, al menos por ahora. ĀæPor quĆ©? Porque es un virus nuevo y nuestro organismo todavĆa no ha tenido tiempo para desarrollar defensas eficientes. Nos faltan estos guardianes que cuidan la puerta a nuestro organismo y por lo tanto el SARS-CoV-2 se apropia rĆ”pidamente de nuestras cĆ©lulas. Las personas que se han curadoācinco veces mĆ”s de los que han muertoāhan desarrollado una inmunidad parcial, de la misma manera que lo han hecho con otros virus. Esto podrĆa variar por la alta tasa de mutación del virus porque los anticuerpos que se producen son especĆficos para cada nueva estructura del virus. Si Ć©ste muta, como suele pasar con el virus de la gripe, es probable que volvamos a infectarnos. Sobre el comportamiento del SARS-CoV-2 en este sentido todavĆa no existen suficientes datos.
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La transmisión (y la transmisión del SARS-CoV-2)
En la transmisión de un virus hay que distinguir entre virus endógenos y virus exógenos. Endógenos son virus dentro de nuestros mismos cuerposāgeneralmente de nuestra flora de piel o de nuestras membranas mucosas (intestinos, vejiga, boca, etc.)āque se transmiten a un órgano o a nuestra circulación sanguĆnea. En cambio, un virus exógeno viene del exterior y se transmite principalmente a travĆ©s de gotas (tos, estornudos, escupitajos, etc.) o por otros lĆquidos como leche materna, sangre, pus o heces. Otras vĆas de transmisión son la comida o el agua contaminada, las relaciones sexuales, agujas sucias o vectores como mosquitos o garrapatas. Dependiendo del virus y su patogenicidadāla capacidad de generar enfermedadā, de la vĆa de transmisión y del sistema inmunológico del huĆ©sped, ocurre o no la infección.
DespuĆ©s hay otras vĆas de transmisión, que son menos obvias: la superficie de plĆ”sticos, por ejemplo, de metales, madera o cartón. Algunos virus sobreviven ahĆ, y pueden ingresar al cuerpo a travĆ©s de nuestra piel, aunque eso depende de la existencia de una herida que facilite su entrada. Lo mismo vale decir cuando damos la mano a otra persona. No es que eso provoca la infección, sino el hecho de que despuĆ©s nos tocamos la cara sin habernos lavado las manos y que el virus entre por nuestras mucosas: ojos, nariz y boca.
Esa es una de las grandes discusiones alrededor del SARS-CoV-2. Al principio se pensaba que la transmisión era netamente por gotas. Con el tiempo los cientĆficos descubrieron que el virus puede sobrevivir tambiĆ©n en superficies como las nombradas, dependiendo de la humedad en el aire y la temperatura del ambiente. En ese sentido el SARS-CoV-1 y el SARS-CoV-2 tienen una estructura muy parecida. La gran diferencia es que el primero se manifestó mĆ”s directo en los pulmones y por lo tanto los sĆntomas en el huĆ©sped eran mĆ”s notables. En cambio el SARS-CoV-2 se detecta tambiĆ©n en la garganta y la faringe. Eso significa por un lado que los sĆntomas no necesariamente se notan de forma inmediata, ya que el tiempo de incubación puede durar hasta 14 dĆas en los que el sistema inmunológico apenas se ve involucrado. Por otro lado el nuevo corona-virus estĆ” mucho mĆ”s latente, y la transmisión por gotas, por ejemplo durante una conversación, puede producirse mĆ”s fĆ”cilmente. AĆŗn se discute si existe la transmisión del SARS-CoV-2 por vĆa aĆ©rea, pero todo apunta a que Ćŗnicamente es por vĆa de microgotas de individuos infectados a sanos.
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Investigación y texto: Daniel Ramos y Romano Paganini
Infografia: Victoria Jaramillo
Colaboración: Emilio Bermeo
Agradecimiento: Adriana Marcus, médica generalista rural jubilada, integrante de la Red Jarilla de Plantas Saludables de la Patagonia (Argentina) y César Paz y Miño, director del Centro de Investigación de Genética y Genómica en la Universidad UTE, Quito (Ecuador)
+ + + Trabajo colaborativo entre La Linea de Fuego, Radio PerifƩrik,
Acapana, Cooperativa Audiovisual CoopDocs y mutantia.ch + + +